LOS UNIVERSOS PARALELOS,TIENEN UNA BASE MATEMATICA.

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UNA LINEA DE TIEMPO, COMO UN ARBOL QUE CRECE Y SE BIFURCA INFINITAMENTE.

ANTONIO UNGAR.

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PREMIO HERRALDE DE NOVELA 2010.

ES TU MIRADA...

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CAYENDO SOBRE EL VALLE...

EL GRAN POETA OCTAVIO PAZ.

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EL POETA DE LA OTREDAD..

JORGE LUIS BORGES

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POEMAS DE LA MONEDA DE HIERRO..

GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

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COMO COMENCE A ESCRIBIR..

LOS DETECTIVES SALVAJES

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ROBERTO BOLAñOS.

EDUARDO MENDOZA.

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PREMIO PLANETA 2010.

MIGUEL HERNANDEZ.

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POESIA,QUE NO CESA!!

UN DESNUDO.

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OBRA DE RENOIR.

ENRIQUE LIHN

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EL GRAN POETA CHILENO.

COLLAR DE CARACOLAS,PARA EL MUELLE QUE AMAMOS.

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ANTOLOGIA TEMATICA.OH PUERTO COLOMBIA!!

JOSE LUIS DIAZ GRANADOS.

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UN GRAN POETA.

RESEñADO EN EL DICCIONARIO LATINOAMERICANO DE POETAS.

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LIBROS Y LETRAS.

REVISTA MOLINO DE LETRAS NUMERO NUEVE.

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MICROCUENTO UNA SOMBRA.

PAISAJES AMERICANOS.

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ASHER B.DURAN.

MUJER EN EL JARDIN.

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DE CLAUDE MONET.

MADAME BOVARY

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AUTOR FLAUBERT.

PABLO NERUDA.

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UN POETA UNIVERSAL.

ESCRITOR COLOMBIANO, DE LA COSTA CARIBE.

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MAURICIO PABON LOZANO.

PARLAMENTO NACIONAL DE ESCRITORES DE COLOMBIA.

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PASEO DE BOLIVAR EN BARRANQUILLA.

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ESTATUA DEL LIBERTADOR.

MI AMIGO EL CUENTO TOMO II

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PUBLICACION DE MIS TRABAJOS LITERARIOS.

PORTADA DE LA REVISTA TALLER LUNA Y SOL.

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LA PLAZA DE BOLIVAR EN CARACAS.

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SIMBOLO DE LA UNIDAD LATINOAMERICANA.

PORTADA DE LA REBELION DE LAS RATAS.

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DE FERNANDO SOTO APARICIO.

TALLER LITERARIO LA URRAKA.

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UN UNIVERSO PARA COMPARTIR LA LITERATURA.

PUBLICACION DEL TOMO I,DEL LIBRO MI AMIGO EL CUENTO.

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PUBLICACION DE MIS MICROCUENTOS.

UNA POESIA TELURICA.

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PAUL ELUARD.

LEON TROTSKY.

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FOTO TOMADA EN EL FRENTE POLACO.

UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR.

UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR.
AUTOR.CESAR MOLINA CONSUEGRA.

ALI CHUMACERO.

ALI CHUMACERO.
EL GRAN POETA MEJICANO.

HASTA SIEMPRE LUIS VITALE!!

HASTA SIEMPRE LUIS VITALE!!
TE QUEDARAS CON NOSOTROS!!

sábado, 31 de julio de 2010

POEMA DE EVARISTO ALBERTO MOLINA PADILLA.

A mi hija Emilse Esther Molina Consuegra

Hoy día de tu onomástico,
La luz divina que navega en el espacio infinito,
Iluminará tu imagen; para que
Tu padre,esposo,hija, hermanos, familiares, y amigos
Puedan admirar tu rostro lleno
De esplendor y alegría

Soledad 28 de julio 2010

Evaristo Alberto Molina Padilla.

viernes, 30 de julio de 2010

LA FUGA..

Durante meses,planearon meticulosamente,todos los detalles de la fuga,o al menos eso pensaron desde un principio,las mascaras estubieron listas para,ser colocadas,en las cabeceras de las camas,las lianas caerian desde los altos muros,hacia la pendiente que daba justo a la mar..los botes de goma estaban abajo...zarparon con la tenue luz de la luna..en el amanecer las patrullas de sabuesos del penal,encontraron restos de zapatos y camisas flotando..ahora unos ojos de tiburon los observaban!!

domingo, 25 de julio de 2010

LOS DESEQUILIBRIOS DE LA ECONOMIA ARGENTINA.

Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)


La política económica reúne actualmente muchos ingredientes de un modelo. Esta calificación puede resultar abusiva en comparación a otras configuraciones de la historia nacional, como el esquema agro-exportador o la sustitución de importaciones. Pero es totalmente pertinente frente a la convertibilidad. Sólo el tiempo zanjará el status histórico de la orientación vigente, pero ya son nítidos sus desequilibrios.

Rupturas y continuidades


El modelo emergió de una descomunal debacle. Ningún colapso anterior incluyó confiscación de los depósitos, cesación de pagos, masificación del desempleo, explosión de la pobreza y derrumbe industrial, en las proporciones observadas durante el 2001.


Este desmoronamiento puso en tela de juicio al propio capitalismo y fue superado con la reconstitución de este sistema. El esquema actual se asienta en la recomposición de la autoridad estatal y política que logró el gobierno de los Kirchner. Esta restauración permitió convalidar los privilegios de las clases dominantes y asegurar su continuado enriquecimiento a costa de las mayorías populares.


El modelo que ha regido desde el 2003 no introduce cambios sustanciales en el perfil productivo tradicional de Argentina. Continúa primando el cimiento agrícola sobre una esfera industrial subordinada. No se vislumbran modificaciones en la inserción internacional, semejantes a las observadas en las economías asiáticas que se industrializaron aceleradamente (Corea del Sur) o se transformaron en potencias exportadoras (China).


Pero dentro de estas continuidades el modelo contiene giros significativos en la política económica. El tipo de cambio bajo quedó inicialmente neutralizado con la devaluación, la apertura importadora fue sustituida por el énfasis exportador y las privatizaciones perdieron peso frente a la intervención del estado. Modificaciones de la misma envergadura se verifican en la política fiscal, laboral, monetaria y financiera.


Estos cambios expresan un nuevo equilibrio entre los distintos sectores que integran el bloque dominante. Los privilegios que tenían los bancos se redujeron, la burguesía industrial logró mayor influencia y otros actores ganaron fuerza en el conglomerado agro-exportador.


El modelo actual se ha distanciado de todas las vertientes usuales del neoliberalismo. No promueve la apertura comercial, la desregulación laboral y las privatizaciones. Tampoco se basa en atropellos sociales sistemáticos o en medidas continuadas de ofensiva del capital sobre el trabajo. En el plano externo cuestiona el libre-comercio y la movilidad de los flujos financieros.


Este alejamiento del neoliberalismo es visible en comparación a la convertibilidad y al rumbo seguido por otros países latinoamericanos. La fidelidad hacia la ortodoxia económica que se observa en Colombia, México o Perú ha desaparecido del modelo argentino.


Pero estas diferencias no han creado el escenario pos-liberal que surgiría de una ruptura radical con la etapa precedente. La nacionalización de los sectores básicos, la redistribución progresiva de los ingresos y la conversión de la inversión pública en la fuerza motriz de la economía constituirían los pilares de ese viraje. En ausencia de estos cambios es erróneo (o prematuro) cualquier diagnóstico de pos-liberalismo.


Objetivos y conflictos


Un propósito explícito del modelo es recuperar la gravitación que tuvo la industria durante los años 50-60. Los funcionarios han mencionado este objetivo en sus reiterados elogios a la “burguesía nacional” y en los llamados a restaurar un empresario fabril autóctono y pujante. Esta convocatoria no quedó solo en los discursos. La asociación inicial de la UIA, Techint y otros grupos con la gestión K perdió fuerza, pero se ha mantenido.


Estas metas y alianzas explican el frecuente uso del término “neo-desarrollista” para caracterizar al esquema vigente. Esta denominación resalta la intención industrialista, en contraposición a la valorización financiera precedente.


La supremacía que tuvieron los banqueros durante los años 80 y 90 obedecía a la regresión productiva y a la magnitud de la deuda pública. Estas ventajas de los bancos fueron abruptamente erosionadas por el crack del 2001. La rentabilidad del agro, la minería, la industria o los servicios, ya no marcha a la cola de la intermediación financiera.


La intención industrialista intenta atenuar la preeminencia de la actividad agro-exportadora. Por esta razón el principal conflicto que afrontó el gobierno con sus socios de las clases dominantes giró en torno al manejo de la renta agraria.


Pero la meta industrialista es tan solo “neo” desarrollista. Ya no busca erigir un aparato fabril con el auxilio de las estatizaciones o el proteccionismo frente a un sector agrario estancado. Sólo pretende reconstituir el debilitado tejido industrial, en coexistencia con una estructura agro-capitalista renovada y tecnificada. El viejo desarrollismo ha sido sustituido por esta variante agro-industrial.


Muchos autores elogian la pretensión industrialista, cómo si fuera el único camino posible o el más conveniente. Olvidan que su carácter capitalista lo torna adverso a las mayorías populares. Es importante resaltar este hecho, para retomar un análisis crítico y no elogioso del neo-desarrollismo.


El modelo atravesó períodos muy distintos, ya que la solvencia inicial fue seguida por varias convulsiones. Durante el 2002-07 mantuvo el apoyo unánime de todos los grupos dominantes, que recompusieron sus niveles de rentabilidad. La fuerte transferencia de ingresos generada por la mega-devaluación creó un colchón de beneficios elevados, que permitió restaurar las ganancias.


Pero este estado de gracia se disipó durante el choque con los agro-sojeros. Este conflicto terminó con una derrota política de gobierno, que transparentó el nuevo poder de los capitalistas agrarios. Con su demostración de fuerza, estos sectores paralizaron cualquier intento gubernamental de avanzar hacia las metas industrialistas, capturando mayores porciones de la renta sojera. Esta restricción fue asumida por el gobierno y el establishment aceptó la continuidad del modelo.


Tampoco la derrota electoral de los Kirchner en el 2009 cambió el rumbo. La oposición derechista ocupó el centro de la escena, sin exhibir un perfil económico nítido. Posteriormente, el gran giro que parecía introducir la crisis internacional no se consumó y reaparecieron las líneas iniciales del modelo. Las medidas adoptadas en los últimos meses ilustran este rebrote, signado por el emblemático ascenso de una camada de funcionarios liderada por Marcó del Pont.


Los tres cuestionamientos que afrontó el modelo con la acción sojera, el retroceso electoral y la crisis mundial no han modificado su continuidad. Si esta persistencia se ratifica quedaría confirmada una tendencia de largo plazo. Pero esta perdurabilidad no es sinónimo de buenos resultados. Hay una enorme brecha entre lo buscado y lo conseguido.


Orfandad industrial


Como el principal objetivo del modelo es aumentar la gravitación de la industria, el principal balance hay que situarlo en este sector. En contraste con lo ocurrido durante los 90 se registró un alto crecimiento, que recuperó la ocupación y frenó el desmantelamiento fabril. Pero los diagnósticos oficialistas que ensalzan los “nuevos bríos de la producción” y el “exitoso perfil de las exportaciones” sobredimensionan lo ocurrido.


La recuperación se explica por la altísima capacidad ociosa que dejó la crisis. No se produjo ningún cambio significativo en las tendencias precedentes a la extranjerización, concentración y escasa competitividad fabril. La participación de la industria en el PBI total es idéntica al 2003 y mantiene la misma composición sectorial de las últimas décadas (con alta concentración en solo cinco sectores). El tibio avance exportador ha sido consecuencia de la devaluación y no de incrementos en la inversión.


El continuado peso de la extranjerización socava, además, el intento de reconstituir la vieja burguesía nacional. La devaluación del 2002 abarató los activos y tornó atractiva la venta de compañía a propietarios extranjeros, que ya poseen las tres cuartas partes de las grandes firmas. El gobierno no introdujo restricciones legales a estos traspasos, que las empresas transnacionales negocian desde una posición de fuerza. Estas firmas arriban al país siguiendo un cronograma de expansión global, fijan sus condiciones de captura y han logrado adquirir con asombrosa facilidad un importante número de compañías.


Lo más llamativo es la disposición que mostraron los viejos dueños a desprenderse de sus propiedades. Muchos grupos familiares han desaparecido o quedaron en minoría ((Bemberg, Richards, Montagna, Gotelli, Garovaglio Zorraquín, Pérez Companc). Este retroceso de los industriales nativos es congruente también con el reducido papel que tiene Argentina en las multinacionales latinas. La única compañía de peso en este ascendente rubro es Techint. Las firmas restantes (Arcor, Impsa, Bagó) mantienen escasa relevancia, frente a sus pares de Brasil o México.


Estas limitaciones de los capitalistas nacionales no siguen un curso unívoco, ya que coinciden con una tendencia opuesta hacia la “argentinización” de los servicios. El modelo actual frenó la privatización foránea de esas actividades para incentivar un reingreso de los empresarios nacionales. Este recambio ya se verificó en varias compañías (Telecom, Edenor) y se negocia en otras (YPF, Gas Natural). Los capitalistas argentinos prefieren jugar sus fichas a un negocio que tiene menores exigencias de inversión, ya que las tarifas y los subsidios se negocian con el gobierno de turno. Además, como la competencia está cerrada el riesgo es acotado.


El modelo tiende a recrear la vieja tradición de un “estado bobo”, que socorre a las empresas quebradas (Aerolíneas, trenes, Aguas, Correo), asegura tarifas elevadas a los administradores privados (peajes, aeropuertos) y convalida el alto lucro de las actividades concesionadas (petróleo, minería, telefonía, electricidad). Esta política enriquece a ciertos grupos privilegiados, que están muy conectados con el gobierno (Eurnekian, Gutiérrez, Eskenazi, Bulgeroni).


Este favoritismo se extiende en forma más significativa a otro círculo de empresarios afines al poder, que manejan los negocios de enriquecimiento fulminante y acumulan incontables denuncias de corrupción (Báez, Jaime). En este grupo de agraciados se asienta la reproducción del “capitalismo de amigos” que también propicia el modelo.


Esta modalidad de acumulación carcomió en el pasado varios intentos de ampliar la industrialización. Condujo a muchas situaciones de ineficiencia e improductividad, que fueron costeadas con dinero público y terminaron desatando crisis fiscales. La repetición de estos fallidos antecedentes ilustra por dónde trastabilla el proyecto neo-desarrollista.


Nuevamente se verifica la ausencia de una clase capitalista dispuesta a asumir el riesgo de la inversión fabril. El sujeto social de un proceso reindustrializador no aparece en el escenario económico. Para contrapesar esta carencia se requeriría una decisión oficial más audaz de sustitución de esos empresarios por compañías estatales, en un marco de nacionalizaciones y mayor absorción de la renta agraria. Hasta ahora el gobierno no ha mostrado ninguna inclinación por este rumbo.


Obstrucción agraria y financiera


El intento neo-desarrollista enfrenta otro restricción resultante del nuevo escenario agrario. A diferencia de lo ocurrido en el pasado, la Pampa Húmeda ya no carga con la enfermedad del estancamiento. Desde hace tres décadas se verifica un intenso proceso de modernización capitalista, que ha elevado significativamente el lucro promedio. Esta rentabilidad vuelve a disuadir cualquier intento de potenciar otras actividades de la economía.


El viejo esquema de latifundistas, arrendatarios y chacareros ha sido reemplazado por nuevas modalidades de contratistas tecnificados, que siembran y cosechan en estrecha asociación con los grandes exportadores y las firmas proveedoras de agro-químicos. La principal fuente de lucro proviene de la renta diferencial que genera la fertilidad de la tierra. Pero ese viejo atributo ha sido potenciado por inversiones que incorporaron nuevos componentes de ganancia.


Esta configuración rivaliza con el proyecto industrialista, al atraer los capitales disponibles hacia el redituable sector rural. Este segmento absorbe toda la renta dentro de su propio circuito. El mismo obstáculo que impidió el despegue industrial vuelve a limitar su desarrollo contemporáneo.


Pero esta nueva obstrucción incluye un novedoso componente de supremacía de la soja. La especialización en este insumo -en sustitución del trigo y la carne- instaura un mono-cultivo muy regresivo. Por un lado generaliza un producto genéticamente modificado que deteriora el suelo por falta de rotación y acentúa la erosión. La expansión extra-pampeana de esta especialidad tiene consecuencias más dramáticas. Desplaza población nativa, arrasa el monte, deforesta y expropia las tierras de las comunidades.


El reinado de la soja incrementa, además, la vulnerabilidad externa de la economía, al reforzar la atadura al vaivén de los precios internacionales de las materias primas. Lo ocurrido recientemente con China es aleccionador de esta fragilidad. El gran cliente del país amenazó con recortar sus adquisiciones, si Argentina continúa resistiendo una mayor apertura a las manufacturas fabricadas en Asia.


Este chantaje repite la presión librecambista que en el pasado imponía Gran Bretaña. Para hacer buena letra con un comprador de exportaciones básicas hay que demoler la industria nacional. Esta antigua condena vuelve a sobrevolar en todas las negociaciones comerciales. China exigirá mayores concesiones y ya está interesada en el negocio petrolero y minero.


La supremacía de la soja también obstaculiza la expansión del empleo genuino. Este impacto es relativizado por los autores que reivindican la “industria de commoditties” que rodea a ese producto. Pero no brindan datos confiables de ese efecto, ya que salta a la vista la incapacidad de un mono-cultivo para erradicar el paro estructural que padece Argentina.


En realidad, la tecnificación de la siembra y cosecha de la soja reduce también la demanda de mano de obra en el campo. Todos los elogios a ese producto simplemente repiten las leyendas del liberalismo. Suponen que Argentina carga con el inexorable destino de proveer alimentos al resto del mundo y que ese designio desembocará en un derrame de empleo e ingresos. Dos siglos de experiencia histórica deberían alcanzar para archivar esos mitos.


El gobierno cuestiona la especialización sojera, pero no adopta medidas drásticas para revertir esa primacía. Esta limitación coincide, además, con el impulso que los Kirchner han brindado al extractivismo petrolero y minero.


La depredación del subsuelo comenzó en los 90, pero ha sido intensamente continuada por el gobierno. Argentina nunca fue un exportador de minerales o petróleo, pero ahora tiene el régimen de minería más neoliberal del planeta y con la exención de impuestos se facilita una descarada contaminación. En el campo del petróleo se está llegando a un punto crítico por la caída de las reservas y la ausencia de nuevos yacimientos.


Otro tipo de límites enfrenta el modelo en el plano financiero. Los bancos perdieron su lugar privilegiado luego del default y ya no acumulan ganancias desproporcionadas. La estructura bancaria se ha reconstituido con mayor incidencia de las entidades privadas nacionales o estatales y menor gravitación de las filiales extranjeras.


El sistema actual se achicó y mantiene utilidades a través de dos negocios. Por un lado lucra con la financiación del consumo de los sectores de altos y medianos ingresos. Por otra parte sostiene la bicicleta de los títulos públicos. Con la pesificación de la deuda, los banqueros encontraron un buen terreno de lucro.


El gobierno tejió una alianza con los banqueros locales, que han sostenido a los Kirchner en todos los momentos de adversidad. Pero la estructura financiera vigente no suministra el crédito de inversión que requeriría un proceso de reindustrialización. Hay alta liquidez, pero pocos préstamos para los riesgosos emprendimientos de largo plazo. Cómo la tasa de interés se mantiene por las nubes, la financiación industrial no aparece por ningún lado.


Todas los correctivos que intenta el gobierno son parches de corto plazo, basados en redescuentos que solventa el estado y administran bancos. Hay varios proyectos de reforma financiera para ampliar los servicios, desconcentrar la actividad y favorecer la bancarización. Estas iniciativas buscan extender los préstamos, pero no apuntalan la industrialización en gran escala. Excluyen, por ejemplo, la reintroducir el viejo instrumento desarrollista de los depósitos nacionalizados.


En síntesis: el intento industrializador carece de un sujeto social que motorice la acumulación, enfrenta fuertes obstáculos en el agro y no tiene el sostén en la banca. Este cúmulo de obstrucciones se verifica en los desequilibrios del modelo.


Contradicciones específicas


Durante período 2002-7 el modelo funcionó con pocas perturbaciones. Hubo alto nivel de las ganancias y elevados precios de las exportaciones. También se recuperó el poder adquisitivo con la mejora del empleo y los ingresos de los trabajadores y la clase media. Como la estructura productiva se mantiene sin cambios, al quedar eliminada la capacidad ociosa ese repunte del consumo desató fuertes tensiones.


En el 2007 comenzaron los problemas. Se frenó el intenso crecimiento, se moderó la recaudación y reapareció la carestía. Además, resurgió la preocupación por la deuda y se acentúo la desaparición del superávit fiscal.


Estas limitaciones no provienen sólo de contradicciones genéricas del capitalismo que afectan a todas las economías. Tampoco obedecen únicamente a los desequilibrios tradicionales de una estructura agro-exportadora. Son desajustes del propio modelo, que se verifican en comparación a lo observado en otros países durante el mismo período.


La inflación es el principal foco de estas tensiones. Nadie conoce su magnitud real por la deformación de las estadísticas que introdujo el gobierno. Esa distorsión amplificó un hábito de varios administradores anteriores, que también buscaron ocultar la realidad con ficciones numéricas.


La carestía golpea especialmente a los más pobres, ya que incide directamente sobre el consumo de los alimentos y licua la asignación por hijo. Esta inflación se encuentra muy lejos de los porcentuales descontrolados de los años 80 y 90, pero es alta en términos comparativos. Supera en nueve veces la media global, se ubica cinco o seis veces por arriba del promedio de los países vecinos y en el 2009 triplicó la media latinoamericana.


Muchas causas se conjugan para producir este resultado inflacionario, pero los precios aumentan para mantener la rentabilidad de las grandes empresas. Esta es la principal razón del flagelo. Los grupos capitalistas más concentrados aseguran beneficios elevados, con remarcaciones que solo ellos pueden concretar.


La inflación actual no obedece como en el pasado al quebranto fiscal, ni expresa una pugna distributiva. Refleja sobre todo fuertes restricciones de la oferta. Los precios son empujados hacia arriba por una baja provisión de productos, ante una demanda recompuesta. Ya no es posible satisfacer con la misma capacidad instalada los nuevos pedidos de compra. Este bache ilustra un punto crítico del ensayo neo-desarrollista, que aspira a expandir el abastecimiento de mercancías.


Otro bache del mismo tipo se verifica en la fuga de capital, ya que el dinero expatriado es sustraído de la inversión industrial. La recuperación productiva y las elevadas tasas de rentabilidad local no han disuadido el retorno de los capitales, ni atenuado su ritmo de salida. La masa de fondos en el exterior se duplicó durante los 90 y ha quedado estabilizada en una magnitud récord de 135.000 millones de dólares.


Esta fuga presenta muchas semejanzas con la inflación, ya que ambos procesos retratan el comportamiento de las clases dominantes. Ante cualquier perturbación, los acaudalados remarcan precios y giran el dinero al exterior. Esta conducta reproduce un viejo adiestramiento en la gestión de negocios amenazados por la inestabilidad económica o política. Por memoria, tradición e impunidad, la elite burguesa continúa actuando con reflejos que limitan el curso de la acumulación requerido para un proyecto industrialista.


Pero la principal restricción que enfrenta el modelo es la falta de inversión. Esa variable mejoró y alcanzó un pico del 24% del PBI (2007), que posteriormente volvió a decaer al 20% (2009). Estos porcentajes no alcanzan para mantener un ritmo de crecimiento del 8-9% y limitan el repunte de la competitividad. El mayor problema radica, además, en el destino de colocaciones. El nuevo capital se concentra en sectores de exportación o construcción y no en las áreas claves de la reproducción industrial.


La escasa disposición inversora de los capitalistas se verifica también en la fuerte reducción de la deuda privada. El abultado excedente de divisas que lograron muchas empresas ha sido destinado a cancelar pasivos externos y a reducir la exposición de las firmas. Estas decisiones fueron adoptadas en desmedro de la reinversión en equipamiento local.


Por dónde se lo mire el modelo actual no ha modificado el patrón de conducta clásico del empresariado argentino. La costumbre de buscar altos beneficios con baja inversión se mantiene invariable y por esta razón el agotamiento de la capacidad ociosa ha conducido a exigir nuevos reajustes del tipo de cambio.


En vez de propiciar avances en la producción por cuenta propia, los capitalistas pretenden renovar sus lucros con devaluaciones que costea toda la población. Esta exigencia ha mostrado igualmente muchos altibajos, ya que son conocidas las nefastas consecuencias de un ajuste de la divisa. Por esta razón predomina la cautela, a pesar de la paulatina disipación de la ventaja cambiaria creada en el 2002.


El gobierno es muy reacio a convalidar la carrera entre precios y dólar que desataría cualquier devaluación. Cómo su único instrumento para frenar la carestía es el atraso cambiario, ha resistido desde el 2007 todas las presiones del empresariado.


Pero los Kirchner han compensado a los grupos capitalistas con mayores subsidios. Las viejas subvenciones a la promoción industrial han sido ampliadas con transferencias sistemáticas para abaratar los costos de la energía, el transporte y los insumos básicos. Es cierto que estos subsidios garantizan, además, tarifas reducidas para distintos segmentos de la población. Pero la prioridad del favoritismo oficial han sido grandes compañías.


Ese tipo de subvenciones constituye un rasgo de cualquier esquema desarrollista, pero el modelo actual intenta compatibilizarlo con el superávit fiscal, es decir con una característica contrapuesta y derivada del colapso del 2001. Por la secuela que dejó el default, el gobierno teme las consecuencias de un desfinanciamiento de la Tesorería. Hasta ahora los subsidios a los empresarios han deteriorado el excedente fiscal, sin recrear una amenaza de cesación de pagos.


En cierta medida el equilibrio fiscal se mantuvo con el aumento de la recaudación, pero las cuentas públicas del 2010 ya no presentan el desahogo del 2006. Frente a este escollo, en lugar de introducir reformas fiscales progresivas el gobierno recurre al endeudamiento. Todas las medidas adoptadas desde el primer canje apuntan a recrear la financiación externa. Se canceló la deuda con el Fondo Monetario, fue reabierto el canje y continúan las negociaciones para arreglar los pasivos pendientes con el Club de Paris.


Como el modelo no tiene sustento financiero, los Kirchner apuestan al crédito externo, olvidando cuán gravoso resulta ese auxilio a mediano plazo. El endeudamiento es tan pernicioso como innecesario, ya que con ahorro local se podrían cubrir todas las necesidades de la tesorería. Este camino es eludido por una simple razón: exigiría cobrarle impuestos a los socios privilegiados del esquema actual.


Comparaciones con los vecinos


La economía argentina sigue un curso semejante a los restantes países sudamericanos y comparte la renovada dependencia regional hacia las exportaciones básicas. La incidencia de los precios internacionales de los metales, los alimentos o el combustible se ha incrementado significativamente en los últimos años.


En este escenario se afianza el lugar intermedio de Argentina, como un país que ha sido incorporado al G 20, mantiene clientes diversificados y actúa como agro-exportador de peso. Es una economía dependiente, pero no comparte el escalón inferior ocupado por las empobrecidas naciones andinas o centroamericanas.


El país tampoco integra el bloque de BRICs que amplían su gravitación global. No maneja fondos soberanos, ni cuenta con multinacionales emergentes o algún liderazgo de exportaciones industriales en los intercambios Sur-Sur. Este lugar intermedio acrecienta una distancia con Brasil, que ya es aceptada como dato irreversible por las elites gobernantes.


Con una política económica social-liberal y tasas de crecimiento inferiores, el capitalismo brasileño ha ganado espacio regional. Con orientaciones heterodoxas y mayor nivel de actividad, Argentina no han revertido su desplazamiento. Este resultado confirma que la política económica constituye tan solo factor, de la inserción que tiene cada país en la división internacional del trabajo.


La clase dominante argentina no disputa hegemonía regional con Brasil. Pierde peso a medida que las empresas del vecino compran firmas locales sin ninguna contrapartida inversa. La sociedad entre ambos países igualmente se afianza, ya que Brasil necesita a su acompañante del MERCOSUR para negociar espacios geopolíticos e influencia comercial. Argentina igualmente conserva algún juego propio, en los acuerdos que por ejemplo suscribe con Venezuela.


El modelo económico vigente no ha modificado la brecha con Brasil que obedece a condicionantes de largo plazo, derivados de grandes diferencias en recursos naturales, demografía y territorio. El vecino tiene una dimensión continental cuatro veces superior a la Argentina y alberga una población cinco veces mayor.


Esta desigualdad no impedía hasta la posguerra la continuada primacía de la nación austral. En los años 60 todavía subsistía cierta paridad económica, que se disipó con el posterior avance del PBI brasileño.


Algunas explicaciones de esta brecha ponen el acento en la mayor obstrucción que impone el lobby agrario argentino al desarrollo industrial. Otras caracterizaciones remarcan el comportamiento rentista de la burguesía local, que ha sido muy proclive a concentrar negocios en la especulación financiera. Esta conducta es vista como una herencia cultural de la oligarquía vacuna, que legó su improductividad a todos los grupos dominantes.


Otros enfoques estiman que estos condicionamientos han sido menores, en comparación a la ausencia de estabilidad política que singulariza a la Argentina. Esta fragilidad anuló las estrategias oficiales más perdurables que se observan en Brasil y que generaron una burocracia estatal más cohesionada y articulada con la clase capitalista. Los dominadores de ese país nunca enfrentaron, además, el nivel de desafío social que impuso la clase obrera argentina.


Seguramente la explicación de los desniveles capitalistas entre ambos países se encuentra en alguna combinación de esos argumentos. Lo que parece confirmarse es la incapacidad del modelo actual para revertir esas tendencias.


Escenarios cambiantes
A principios del 2009 las consecuencias locales del temblor financiero internacional parecían furibundas. Pero ese sombrío panorama se revirtió en el 2010. Retornó el crecimiento y la euforia del consumo junto al repunte de la soja. También reapareció el entusiasmo oficial y la gran prensa vuelve a imaginar una “oportunidad histórica” para el país.


Esta ciclotimia anímica conduce a olvidar que el impacto limitado de la crisis ha sido similar al resto de Sudamérica. Esta vez el temblor se localiza en las economías desarrolladas. Afecta de manera atenuada a una región que ya procesó la depuración de los bancos y la desvalorización de empresas y fuerza de trabajo. Estas peculiaridades empalman con el estímulo externo creado por la demanda asiática de las exportaciones primarias.


Todos estos datos son omitidos por los economistas ortodoxos, que atribuyen la moderación de la crisis, a un manejo sobrio del endeudamiento o la expansión monetaria. La misma amnesia padecen los teóricos heterodoxos, que explican ese resultado por el sostenimiento de la demanda con políticas de intervención estatal.


Se olvidan que ese auxilio no ha sido un invento argentino. Es un mecanismo utilizado en muchos países, con efectos cambiantes en cada economía. Lo llamativo, además, es la semejanza de coyunturas en países latinoamericanos que aplican políticas distintas. Ha cambiado más el contexto y la localización de la crisis mundial, que su manejo con instrumentos monetarios y fiscales.


El efecto de esa eclosión continuará dependiendo de su intensidad y duración global. Si la recaída que se observa en los últimos meses queda limitada a Europa, las consecuencias sobre la economía argentina serían leves. Si por el contrario la crisis vuelve a mundializarse al nivel del 2008, es probable que resurjan las tendencias recesivas. En ambas circunstancias será determinante el precio de las materias primas.


El modelo económico K enfrenta ambos escenarios con los motores más deteriorados que en el período 2003-07. Pero no afronta perspectivas de explosivo retorno al 2001, ni tiende a repetir la prolongada caída de los 90. No están a la vista tampoco los severos ciclos depresivos, que en las últimas tres décadas golpearon a la economía nacional.


El impacto atenuado de la crisis global tiene fuertes repercusiones políticas e ideológicas. Entre la población existe una generalizada impresión, que Europa padece actualmente lo ya se vivió en el país. Esta sensación es muy intensa por la cercanía histórica de las economías sacudidas por el temblor. No es lo mismo un lejano colapso en el Sudeste asiático, que una conmoción en las emparentadas naciones de España, Portugal o Italia.


La resonancia aumenta también a medida que el discurso neoliberal se afianza en el Viejo Continente, reiterando un libreto muy familiar a todos los argentinos. La corrupción del estado, el descontrol del gasto social y la vagancia de los obreros ya no se localiza ahora en el Gran Buenos Aires, sino en Europa del Sur.


El gobierno aprovecha esta reaparición de los argumentos ortodoxos para ponderar las virtudes del modelo argentino, omitiendo que este esquema surgió de la misma crisis capitalista que ahora padecen los europeos. El discurso oficial contrasta explícitamente al crecimiento del país con el ajuste imperante en el Viejo Mundo y afirma que allí se repite el error cometido durante la convertibilidad, cuándo se apretó el torniquete deflacionario.


Pero si todos los países pudieran elegir la política económica a seguir, nadie se flagelaría con una sucesión de auto-ajustes. Lamentablemente el capitalismo no permite esta opción. Cuando llega el momento de agredir a los pueblos, los socialdemócratas calcan a los conservadores, con la misma fidelidad que los justicialistas a los radicales. Todos implementan el mandato de ajuste que imponen las clases dominantes.


En lugar de reconocer esta compulsión capitalista, el gobierno difunde una cándida contraposición entre caminos de recesión y senderos de prosperidad. Los voceros de esta absurda disyuntiva ponderan ahora el alineamiento de Argentina con Estados Unidos en el campo del crecimiento y objetan el rumbo depresivo que promueve Alemania.


Pero como las víctimas de la crisis europea son los oprimidos, el devenir de este proceso depende de la resistencia social. Esta reacción y no la adopción de una u otra política económica definirán el futuro. En este plano las comparaciones con Argentina son muy pertinentes, ya que todos se preguntan si en el Viejo Continente se repetirá la rebelión experimentó nuestro país en el 2001.


¿Dos modelos?


Todo el ciclo K ha estado dominado por un contraste entre el modelo oficial y el propuesto por la oposición derechista. Estas dos alternativas han aparecido como esquemas irreconciliables. Especialmente los Kirchner han incentivado esta contraposición. Sostienen que se debe optar entre el curso actual y el retorno al ajuste. En estos términos se han discutido todos los grandes temas desde el 2003.


Los economistas de la derecha consideran que el crecimiento ha sido un producto rezagado de la privatización de los 90. Estiman que las inversiones de ese período permitieron la recuperación posterior. Pero omiten la regresión social y el colapso financiero, que provocó la transferencia gratuita de los bienes públicos a los grupos capitalistas.


Los ortodoxos también afirman que el gobierno fue tocado por la suerte de coyunturas internacionales favorables, sin recordar la nefasta gestión que ellos tuvieron de de circunstancias semejantes. Los neoliberales se mantuvieron igualmente replegados, mientras el modelo funcionó de manera aceptable. Desde que afloraron los problemas repiten una y otra vez sus críticas al desborde del gasto público.


Afirman que esas erogaciones se han desbocado y pronostican un diluvio inflacionario si no se corta el dispendio. Pero la credibilidad de estos mensajes choca con su propio pasado en la administración de las finanzas públicas, que estuvo signado por quebrantos mayúsculos. El discurso derechista simplemente expresa el interés que tienen los banqueros en preservar una situación fiscal controlada, para asegurar el cobro de la deuda. Suelen ocultar que en términos internacionales el gasto público actual es bajo y no plantea un desemboque catastrófico.


En los mensajes de los neoliberales resulta difícil distinguir las divergencias económicas de las disputas políticas. Cuándo cuestionan la ausencia de un “plan económico coherente”, la falta de un “ministro confiable” o el “aislamiento del mundo”, no hablan de problemas reales. Lo mismo ocurre cuándo arremeten contra los funcionarios que “no generan confianza” o “se financian con la caja”. Estas palabras huecas desnudan la ausencia de un proyecto económico alternativo.


El gobierno apela al discurso inverso, extremando las contraposiciones con sus adversarios. Se auto-asigna todos los méritos del crecimiento y se vanagloria de una orientación heterodoxa, que contuvo los vendavales externos con superávit fiscal, excedente comercial y colchones de reservas.


Este relato coloca al modelo en el altar. Le atribuye el rescate de la economía, cómo si no tuviera relación alguna con la hecatombe previa. Se oculta que el aprovechamiento de la coyuntura internacional ha estado muy conectado con la sangría que provocó la mega-devaluación y la confiscación de los depósitos. El ciclo K es un producto de ese ajuste y no su antítesis. Se asienta en el trabajo sucio precedente, que recompuso la rentabilidad de los capitalistas.


El gobierno y la oposición derechista están igualmente interesados en agigantar las divergencias, que subyacen en el debate sobre los dos modelos. Pero este contrapunto se asienta en las tensiones reales que genera el intento industrialista oficial. El favoritismo hacia aliados de la UIA y la canilla de subsidios que reciben los capitalistas amigos, desatan la ira de los marginados del festín.


También existe una apuesta de ciertas fracciones de la oposición a una mayor primarización. Promueven un retorno a la apertura comercial, que está en conflicto con la ambición industrialista. Este regresivo planteo ganó fuerza durante el choque con los sojeros y condujo al resurgimiento del gran mito agrario (“solo el campo puede salvar a la Argentina”). Quiénes buscan reforzar la mono-exportación promueven la disminución drástica disminución de las retenciones.


Pero el dato dominante del escenario actual no es el choque entre los dos modelos. Las diferencias de prioridades económicas entre el gobierno y lo oposición derechista no siguen un línea nítida. El grueso de agro-negocio se alineó con la oposición, pero muchos exportadores y aceiteros se ubicaron en el campo oficial. La mayoría de los industriales toma partido por el gobierno, pero otros sectores son críticos. Los banqueros se han repartidos entre los dos bandos.


El conflicto es sinuoso, ya que el gobierno elude embarcarse en un proyecto consecuentemente antiliberal y la oposición rechaza cualquier retorno a la convertibilidad. Lo que existe es una seria confrontación política, cultural e ideológica, que no tiene correlato directo en la economía.


Por esta razón, cuando baja el ruido reaparece la verdadera intención conciliadora de ambos sectores. Las coincidencias principalmente afloran en temas estratégicos como el canje. Más allá de los chisporroteos creados por la forma de pago (uso de reservas o ajuste presupuestario), el gobierno y la oposición convergieron en anular la ley cerrojo que impedía esa operación. Esta aprobación común se extiende a otras señales lanzadas en común, para volver al mercado financiero internacional.


Contemporización social


El modelo actual es una construcción político-económica. No se lo puede entender en el plano abstracto de los números. Es un resultado directo de la relación social de fuerzas creadas por la rebelión del 2001 y de la acción de un gobierno que disipó ese levantamiento.


Como Lula en Brasil o Mugica en Uruguay, los Kirchner encabezan una administración de centroizquierda, que acepta las conquistas democráticas y recurre al asistencialismo en gran escala. Buscan amortiguar las tensiones sociales, evitando el uso de la violencia estatal contra los oprimidos.


Esta política es muy distinta a la implementada por los gobiernos derechistas de la región, que recurren a la represión para impedir cualquier reforma social significativa. Argentina es actualmente ajena al terrorismo de estado que impera en Colombia, a las masacres de indígenas que existen en Perú y a la persecución del sindicalismo independiente que se verifica en México. El país se ubica también en las antípodas de la militarización que irrumpe en Chile ante cualquier signo de inestabilidad.


Pero los Kirchner no forman parte de la oleada de gobiernos reformistas, que en Venezuela, Ecuador y Bolivia han chocado con las clases dominantes y el imperialismo, recurriendo a la movilización popular. El ALBA y el socialismo del siglo XX no figuran en ningún discurso oficial y esta ausencia no obedece sólo a la tradición justicialista, que recrea el gobierno. También expresa la carencia de proyectos redistributivos semejantes a los ensayados por los gobiernos más radicales de la región.


El condicionante distintivo de la administración actual es el legado que ha dejado la rebelión del 2001. A diferencia de Lula, los Kirchner han debido gobernar con un ojo siempre puesto en la reacción de los oprimidos. El movimiento social ha mantenido un alto grado de movilización, que obliga a tomar en cuenta sus demandas. Por esta razón mientras que Lula logró consolidar la estabilidad social-liberal, los Kirchner han enfrentado un sobresalto tras otro. Esta asimetría obedece en última instancia a la intensidad de la acción popular, en un país que dirime su vida política en las calles.


Ciertamente la insurgencia del 2001 se desactivó y la autoridad estatal fue reconstituida. Pero persiste la inestabilidad, la erosión de los viejos partidos y un significativo bloqueo a la gestación de un proyecto conservador. Los derechistas han perdido la brújula, luego de la gran movilización que lograron con los sojeros.


Este fracaso obedece a muchas razones de liderazgo, programa y discurso, pero también expresa el profundo rechazo popular a cualquier retorno del neoliberalismo o la Alianza. Desde mitad del año pasado el gobierno ha recuperado la iniciativa política por este espanto que generan los derechistas, no solo entre los trabajadores sino también entre la clase media anti-K. Este resultado es otro efecto lateral del escenario creado por el 2001.


El gobierno se recuesta nuevamente en el PJ, la burocracia sindical, los caudillos provinciales y los barones del Gran Buenos Aires. Abandonó el proyecto transversal y no reconstituye el lazo popular duradero que forjó el viejo peronismo. Pero mantiene una política de contemporización con los oprimidos. No solo elude confrontar, sino que ha implementado políticas tendientes a evitar el agravamiento del deterioro social. Ciertamente no introdujo ninguna mejora comparable a las conquistas del primer peronismo, pero atempera los atropellos patronales y otorga concesiones significativas.


Agresiones y concesiones


El modelo prioriza la contención social y por eso combina la instrumentación de las exigencias de los capitalistas con la aceptación de demandas populares.


El primer curso se verifica en la política de tolerancia hacia la inflación y en la negativa a aplicar controles de precios. Los aumentos de salarios que en las negociaciones colectivas parecen importantes, en la práctica sufren la poda de la carestía. La estrategia subyacente es aguardar una distensión de los precios o avanzar hacia algún pacto social con los empresarios y los sindicatos.


A lo largo de siete años de crecimiento los salarios de los trabajadores formales se recuperaron junto al empleo, siguiendo la pauta del ciclo económico. Pero las ventajas logradas por los patrones con los atropellos de los 90 han permitido mantener el costo laboral unitario por debajo del promedio tradicional. La política oficial ha convalidado todos los incrementos de la productividad que refuerzan la explotación.


Los salarios del sector formal se han recuperado, pero su participación en el ingreso nacional continúa relegada. En cualquier medición del repunte, la mejora de los sueldos ha sido inferior a la productividad y a las ganancias.


El modelo reafirmó el trabajo en negro. El segmento informal aglutina a la mitad de la población laboral y tiene alta gravitación no solo en las pequeñas empresas, sino también en las grandes compañías y el estado. Es cierto que el número de formalizados ha crecido en los últimos años, pero esa mejora no guarda relación con cualquier otro número de la economía. Al igual que la inflación, el gobierno tolera la precariedad laboral porque allí se localiza una gran reserva de salarios bajos.


Es indudable que la pobreza y la indigencia han caído significativamente desde los terribles indicadores del 2001. Esta reducción fue un resultado combinado de la mejora del empleo y la continuidad del asistencialismo. Pero esta disminución ha quedado amenazada desde el 2007 por los rebrotes de la inflación. El modelo tendió a sustituir la pobreza del desempleado por la miseria del trabajador precarizado y este resultado no es ajeno a una política económica que asegura altos beneficios a los grupos patronales.


Este efecto se corrobora también en el agravamiento de la desigualdad. Muchos indicadores destacan que la brecha entre ricos y pobres se ensanchó durante el crecimiento, consolidando una fractura latinoamericana que Argentina había logrado evitar durante la mayor parte del siglo XX.


En síntesis: el esquema económico recompuso todos los índices sociales frente a las dramáticas magnitudes del 2001, pero no restituyó los niveles de pobreza, salario o empleo predominantes en los ciclos de mayor normalidad. Estos porcentajes se mantienen por debajo de los promedios vigentes en esos períodos. Tomando en cuenta el largo período de crecimiento a tasas chinas de los últimos años, salta a la vista que el propio modelo es responsable de la polarización social.


Pero este resultado no anula otro dato clave: la política económica actual ha incluido importantes concesiones sociales, que representan conquistas para el movimiento popular. El gobierno avala una política salarial permisiva, que reinstaló la negociación colectiva en el centro a la vida laboral. El salario mínimo fue aumentado y los gremios estatales que protagonizaban prolongados conflictos lograron ciertas mejoras. Estos beneficios no se extendieron a los trabajadores informales, pero los avances en un sector suelen repercutir favorablemente sobre el otro.


En los últimos siete años se expandió el empleo público, quebrando un tabú del neoliberalismo. La pérdida de puestos de trabajo que generó la recesión del año pasado, fue por ejemplo compensada con la ampliación de cargos estatales, especialmente en las provincias. En su endiosamiento de la libre contratación del mercado, los derechistas identifican esta extensión con el clientelismo y la ineficiencia. Pero la obtención de un empleo estatal estable constituye un apreciado logro para cualquier oprimido.


La asignación por hijo que se implantó el año pasado no es universal, resulta insuficiente en número y monto, absorbe planes anteriores y tiende a ser desvalorizada por la inflación. Pero también plasma un principio de conquista. Amplió significativamente la población necesitada de cobertura y creó las condiciones para extensiones sucesivas del programa. En lugar de financiarse con impuestos a los acaudalados, esta iniciativa se nutre de la previsión social. Pero su implementación comienza a concretar una vieja demanda del movimiento social


Lo mismo ocurre con las jubilaciones. El gobierno reunificó la estructura previsional mediante la nacionalización de las AFJP, con la intención de asegurar fondos para la deuda y prevenir el colapso de un régimen previsional vaciado. Maneja el dinero del sistema sin ningún control, recure a sospechosas operaciones con títulos públicos y otorga explícitos subsidios a las grandes empresas. Pero estos desarreglos no desmienten el avance logrado con la desaparición del régimen de capitalización. Esta eliminación ha sido progresiva y contraria a las políticas imperantes en el resto del mundo.


Con esta nacionalización se crearon también mejores condiciones para luchar por los aumentos para los jubilados. Esta demanda se ha intensificado, frente a los inconsistentes argumentos que esgrime el gobierno para resistir el otorgamiento del 82%. No solo hay superávit en las cajas del sistema, sino que la reinstauración de los aportes patronales permitiría comenzar a sostener ese porcentaje en el tiempo. También aquí se perciben las dos caras de la política oficial. Por un lado mantiene al grueso de los pensionados en la mínima y acható la pirámide de cobro y por otra parte otorgó ajustes, introdujo un principio de movilidad y amplió la cobertura a un gran número de desposeídos.


Todo el panorama social está signado por este tipo de conquistas frágiles, limitadas y amenazadas, que pueden revertirse por la propia dinámica del modelo capitalista. Pero son logros que obedecen a la vitalidad de las luchas sociales, en un país con récords de manifestaciones, paros y cortes de calles. El gobierno reconoce esta realidad y por eso se ha manejado con cautela frente a la protesta social.


Programa y estrategia


Como el modelo y sus alternativas derechistas expresan proyectos de las clases dominantes, resulta necesario construir otra opción al servicio de las mayorías populares. La condición de este curso es un programa que exprese las urgencias de los oprimidos.


Durante la recesión del año pasado las prioridades populares estuvieron concentradas en la defensa del empleo y en reclamos de suspensión de los despidos. Con el reinicio de la recuperación, el centro de atención vuelve a ubicarse en las demandas salariales, que ahora necesitan una escala móvil para contrarrestar los efectos de la inflación.


El 82% para los jubilados se encuentra en centro de la escena, junto a la necesidad de equiparar el haber mínimo con el salario básico. Se puede comenzar a concretar estos objetivos, si las grandes empresas vuelven a tributar lo que tradicionalmente aportaban. Pero resulta indispensable asegurar que el dinero de la previsión social se utilice para los jubilados, poniendo fin al desvío de estos fondos para otras financiaciones del estado. Las cajas deben ser administradas por quiénes las solventan y el tesoro debe asegurar sus recursos por otros canales.


También la generalización y el aumento de la asignación por hijo son factibles, mediante una reforma impositiva que grave a los grandes patrimonios y permita la efectiva universalización de ese ingreso. En vez de canalizar los fondos públicos hacia las grandes empresas, corresponde incrementar de inmediato el presupuesto de educación y salud. Este aumento es indispensable para cerrar la impúdica brecha que separa a los colegios elegantes y a los hospitales privados, de los servicios públicos degradados que utiliza la población sin cobertura.


Cualquier mejora en el nivel de vida popular necesita mecanismos de control de precios, para impedir que la inflación neutralice esos avances. Pero la estabilidad de precios también requiere que las finanzas públicas se equilibren sin mayor endeudamiento. En lugar del canje, la emisión de títulos, los arreglos con Club de Paris y la convivencia con el FMI se necesita investigar los viejos pasivos que el gobierno recicla y suspender durante esa inspección las cuestionadas erogaciones.


El estado puede financiarse con la postergada reforma impositiva. Siempre se reconoce la urgencia de esta transformación, pero nadie se atreve a ponerla en marcha. Mientras el IVA persiste en porcentajes inadmisibles, continúan exentas la herencia y las transacciones financieras.


Con ciertas acciones prioritarias, un proyecto popular podría comenzar a reorganizar la producción al servicio de las mayorías. Para instrumentar estas iniciativas es necesario cortar los canales de sabotaje que utilizan los grandes capitalistas, frente a cualquier amenaza a sus privilegios. El control de cambio y la estricta regulación estatal de los capitales que ingresan y salen del país es una medida elemental, que no rige en Argentina.


Pero el desarrollo del país también necesita la centralización de todos los recursos financieros en manos del estado. Un sistema de banca pública -que asigne el crédito en función de las prioridades productivas- permitiría implementar un proyecto industrial eficaz. Esta acción debería complementarse con la reversión del mono-cultivo sojero, incentivando la diversificación agropecuaria. En este marco, el comercio exterior nacionalizado y el manejo estatal de los principales precios de compra-venta agrícola contribuirían a remodelar la economía. Establecerían los cimientos para una reindustrialización sostenida en la nacionalización de los recursos básicos.


Un programa de este tipo puede contribuir a la construcción de la alternativa popular si no gira en el vacío. Es útil para avanzar en la gestación de un tercer polo político. Esta opción es indispensable para superar la falsa polarización que han creado el gobierno y la derecha. Para lograr un país de igualdad, justicia y democracia hay que crear una alternativa de izquierda. La experiencia indica que esta construcción no es sencilla y debe confrontar con vicios muy arraigados en los colectivos militantes.


En la coyuntura actual se plantean, además, dos condiciones para convertir el programa en realidad.El primer requisito es desenvolver un discurso y una acción claramente diferenciados de la derecha. Este señalamiento es obvio, pero se ha tornado necesario desde el alineamiento que tuvieron algunos sectores de la izquierda con la Mesa de Enlace. Esa inadmisible alianza asume en la actualidad otras modalidades de convergencia con sectores reaccionarios en campañas contra la deuda, el ingreso universal o las jubilaciones.


También se ha generalizado cierta repetición de la vacua retórica constitucionalista que propagan los conservadores y no pocas copias del libreto que difunden los medios de comunicación enemistados con el gobierno. Cuestionar al kirchnerismo desde este flanco es tan suicida, como equiparar a los derechistas con el gobierno. Esta identificación desconoce las conquistas sociales y democráticas logradas en este período.


Un error inverso se comete al adoptar actitudes de resignación frente a los Kirchner, con el argumento del mal menor o de “lo único posible”. Suponer que el enemigo siempre está fuera del gobierno equivale a aceptar la validez del simplificado libreto oficial. Esta conducta genera desmoralización, al suponer que la única elección factible es entre el status quo y un futuro más adverso. Es ilusorio ver al krichnerismo como una fuerza embarcada en batallas permanentes contra la derecha. Existen varios ejemplos de alineamientos oficiales en las peores causas en disputa.


La coyuntura actual es propicia para avanzar en la construcción de una tercera fuerza. Hay un movimiento social muy vital que recepta con simpatía las ideas de la izquierda. No sólo ha irrumpido una generación de luchadores que reclama la democratización sindical. También predomina un clima latinoamericanista, que torna atractivos los ideales socialistas y antiimperialistas. Es un buen momento para transitar el camino hacia las grandes metas de emancipación.


Claudio Katz es Economista, Investigador, Profesor. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).


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Resumen:
El modelo actual surgió de una inédita debacle y recompuso la acumulación, manteniendo la inserción agro-exportadora. Modificó las hegemonías en el bloque dominante y sin adscribir al neo-liberalismo eludió rupturas posliberales. Busca recuperar la gravitación industrial, presenta tintes neo-desarrollistas, limitó la valorización financiera y no prioriza la primarización. Pero coexiste con el esquema sojero y no favorece a las mayorías populares.
Los grupos tradicionales venden sus firmas y no pesan entre las multinacionales latinas. La “argentinización” de los servicios y el capitalismo de amigos repiten antecedentes fallidos de industrialización. No existen empresarios dispuestos a asumir el riesgo de la inversión fabril y tanto la modernización agraria como la falta de financiación, obstruyen la reindustrialización.
La inflación, la fuga de capitales y la baja inversión retratan la conducta de los capitalistas. El gobierno resiste los ajustes cambiarios, pero otorga subsidios que socavan el superávit fiscal e inducen el endeudamiento.
Al igual que en Sudamérica se renueva la dependencia de las exportaciones básicas. Argentina mantiene un lugar intermedio, diferenciado de la periferia inferior y de los BRICs, mientras se acrecienta la distancia con Brasil.
Las consecuencias atenuadas de la crisis global no obedecen a los ajustes de la ortodoxia, ni a las intervenciones estatales de la heterodoxia. Cambió el contexto y la localización de la crisis global, pero no su manejo. Aunque los motores del modelo se han deteriorado, no se avizora un retorno a los 90.
Hay tensiones entre el intento industrialista y la primarización. El gobierno y la oposición derechista agigantan las divergencias, oscureciendo las coincidencias en los temas estratégicos.
El modelo expresa la relación de fuerzas y la acción de un gobierno distanciado del derechismo y del reformismo. La política de contemporización social combina exigencias capitalistas con aceptación de demandas populares. Es necesario construir una tercera alternativa.

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Publicado por ARGENPRESS en 11:45:00
Etiquetas: Argentina, Claudio Katz, economía, Informe especial

lunes, 19 de julio de 2010

EL RELOJ.

Se encontro en el basurero de la esquina,lo que parecia ser un reloj antiguo...el tic tac era identico al de los viejos relojes de museos y de academias acartonadas..se le aguaron los ojos,de tanta felicidad....un reloj para precisar el tiempo!! puso el oido sobre el aparente reloj y desaparecio para siempre!!

sábado, 17 de julio de 2010

ENTREVISTA CON ROBERTO BOLAñO.

Entrevista con Roberto Bolaño
Sobre el juego y el olvido

El autor chileno es uno de los narradores que más éxito tiene en España. Ganador de los premios Herralde y Rómulo Gallego, visita Buenos Aires para presentar su novela Nocturno de Chile




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Para Roberto Bolaño, el humor se parece a la felicidad y al amor

Lejos del mundanal ruido que los circuitos literarios alimentan, Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953) teje su historia literaria y desteje la red que trata de atraparlo en estos tiempos en que la estrella es el autor y no su producción. Los lectores hispanos, entre tanto, se recomiendan o se pasan con entusiasmo sus libros: Las llamadas telefónicas (cuentos), Los detectives salvajes (obra por la que obtuvo el Premio Herralde y el Rómulo Gallegos), Tres (poemas) y Nocturno de Chile, su última novela.
Admirador de los beatniks, fanático de Lou Reed y devoto de Borges, el escritor chileno, que vivió en México y en los Estados Unidos, reside desde 1977 en España, donde su nombre se asocia a los nuevos rumbos de la literatura latinoamericana. Sus narraciones muestran un peculiar sentido del humor ("El humor -dice- es algo parecido a la felicidad, a la revolución y al amor. En realidad, se parece a todo, incluso a la muerte, que es lo más alejado que existe del humor").

Antes que su voz fuera reconocida como una de las más originales de los últimos años, Bolaño solía enviar obras a todo concurso que se le presentara, no lo hacía por adicción sino por optimismo y necesidad económica. Trabajó como lavaplatos, camarero, vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos, vendimiador... Quizás eso explique el gusto por el juego y la aventura que se advierte en su obra. "A mí me gusta jugar -afirma-. No estoy muy seguro pero, parafraseando lo que decía el Che Guevara sobre los aventureros, creo que existen, a grandes rasgos, dos tipos de jugadores: los que se retiran y los que no se retiran, los que apuestan la vida y los que fingen apostar la vida. Y eso es lo que determina, finalmente, la naturaleza de todo juego, lo que hace que el juego sea un ejercicio de esclavitud o un ejercicio de libertad."

Desde 1993, vive exclusivamente de la literatura. No cree en el reconocimiento, sino en su cuenta corriente cuando hay dinero; tampoco cree en la inmortalidad del alma ni en la de los libros. Vive en Blanes, una pequeña ciudad de la costa catalana, a 100 kilómetros de Barcelona, donde llegó -cuenta- "por azar, como han llegado muchos sudamericanos a algunos pueblos de la Costa Brava. Me gusta vivir a menos de cincuenta metros del mar, me gustan el marisco, el pescado fresco y las gambas rojas (langostinos) de Blanes, y también me gusta la cortesía, una cierta discreción que es casi natural en este pueblo (aunque, por supuesto, la cortesía y la discreción son virtudes aprendidas)".

Afirma que no tiene ningún vínculo con el ambiente literario de Barcelona ("sí amistades, que se traducen en cartas o llamadas telefónicas, con unos pocos escritores españoles y catalanes"). Mientras tanto, suele volver a los lugares por los que ha transitado. "Una de las exiguas ventajas de los lugares emblemáticos es que perviven en la memoria y en las bibliotecas particulares. Uno de los lugares emblemáticos de Philip K. Dick podría ser la Galaxia de Andrómeda o la Constelación de Magallanes. ¿Qué relación puede mantener uno con un sitio así? Bueno, pues mediante la astronomía o mediante la esquizofrenia. Mis lugares emblemáticos son México y Chile." Tal vez por eso le gusta "la paella marinera tanto como las empanadas chilenas, los tacos de carnita, o los chilaquiles, a las cinco de la mañana".

Se dice de Bolaño que es "un narrador dotado", un gran fabulador. "Narrar -afirma- lleva incorporada la necesidad de una cierta estructura, una economía, una dosificación, que implica por tanto un mayor grado de lucidez de quien narra. No estaría mal que recordáramos Las mil y una noches. Ese texto es de una oralidad absoluta y, sin embargo, también es de una complejidad absoluta".

En sus novelas, el chileno transforma la realidad a la que, no obstante, se mantiene simultáneamente fiel. "Trabajo con todo el texto, tanto el que se ve como el que no se ve, perfectamente trazado y escrito en mi cabeza. Son muy pocas las novelas (quiero decir, las novelas o relatos legibles) donde no se cuentan dos o más historias paralelas. En "El Aleph", de Borges, se narra la historia prodigiosa del Aleph, pero también se cuentan la historia del amor de Borges por Beatriz Viterbo, la de ese par de huérfanos o viudos disímiles que son Borges y Carlos Argentino Daneri y, también, la situación tragicómica de un momento determinado de la literatura argentina. Y de paso, Borges le da una patada a Neruda y a lo que Neruda entiende por tradición whitmaniana, y todo esto en un cuento de menos de veinte páginas. En La literatura nazi en América (Seix Barral, 1996) enfoco el mundo de la ultraderecha, pero muchas veces, en realidad, de lo que estoy hablando es de la izquierda. Tomo la imagen más fácil de ser caricaturizada para hablar de otra cosa. Cuando hablo de los escritores nazis de América, en realidad estoy hablando del mundo a veces heroico, y muchas más veces canalla, de la literatura en general."

Recurre al mismo tipo de tratamiento en los cuentos de Llamadas telefónicas: "Todos mis textos -dice- me los planteo como un escrito donde prima el argumento, pero cada cuento tiene su reverso, ceñido con una disciplina de hierro, por una cuestión de economía. En el cuento de los detectives, el contraire era el poema "Saranguaco" de Nicanor Parra; su esquema, el diálogo imposible, una especie de diálogo loco. Así, podría haber escrito catorce novelas. Y, probablemente, catorce novelas infinitas. Por ejemplo, "Vida de Anne Moore", el último cuento de Llamadas telefónicas, es, en su reflejo, una novela-río, suceden cosas que se pueden contar en seiscientas páginas. Esas sombras o guías literarias resultan más visibles en los relatos de La literatura nazi en América. Tal vez porque allí se planteó la necesidad de ilustrar con obras la biografía de los imaginarios autores presentados. A este respecto -subraya- yo me remitiría a una historia de Ballard, que aparece en La exhibición de atrocidades, donde se narra la muerte del presidente Kennedy como una carrera de automóviles cuesta abajo."

A Bolaño le ha atraído siempre el género policial. Estrella distante está protagonizada por un teniente que vincula la poesía al crimen. En Amuleto, una voz en primera persona, la de una uruguaya oculta en los lavabos de la Facultad de Filosofía y Letras en México durante la toma de 1968 por la policía, narra lo vivido y convierte su reclusión de varios días en el espacio de la narración ( "Esta será una historia de terror. Será una historia policiaca, un relato de serie negra y de terror. Pero no lo parecerá. No lo parecerá porque soy yo la que lo cuenta.") "Me gusta el género policial como me gustan el pornográfico o la ciencia-ficción -explica Bolaño-. En estos géneros hay bazofia a toneladas, pero también, de vez en cuando, uno puede encontrar joyas de gran valor. Lo que pretende una buena novela policial, entre otras cosas, claro, es que el lector asuma el papel del descifrador; se le entregan previamente todos los elementos (dispersos, caóticos) para que él proceda a ordenarlos, a entenderlos, a disfrutarlos, y a atrapar al asesino o a comprender por qué, cuándo, cómo se produjo el asesinato."

En el 2000, Bolaño entregó a la editorial Anagrama una recopilación de cuentos, Putas asesinas; ahora está a punto de acabar una novela ambientada en la ciudad de Roma, que publicará Mondadori. Dice que entonces espera poder dedicarse a una novela larga ambientada en México en la que está trabajando desde hace tiempo. En este libro en construcción narra, entre otras cosas, los asesinatos de varias mujeres en Ciudad Juárez. "Es tan bestial que puede acabar con mi salud -declara-, tremendamente mexicana, compleja, terrible y alucinante. Pero no es culpa de México, sino de sus propios delirios. Seguramente dará de qué hablar y probablemente me odien y no me quieran traer más a México. Es muy fuerte. Incluso a mí me asusta. Es una obra de ciencia-ficción".

Nocturno de Chile, la novela que el editor Jorge Herralde presentó como "una pequeña obra maestra escalofriante", entreteje lo más sórdido de la dictadura de Pinochet con la literatura. La tortura y las veladas literarias ocurren -tal como sucedió en la realidad- al mismo tiempo y bajo el mismo techo: en el sótano, en el que se desarrollan las más impensables escenas de terror, y en el salón de una casona de las afueras de Santiago, en la que se reúne lo más granado de la literatura chilena.

A diferencia de Los detectives salvajes, Nocturno de Chile es una novela escrita en un solo bloque, sin división en capítulos, que se descompone en siete historias muy diferenciadas que hacen las veces de capítulos. Según aclara Bolaño, "aparentemente, no tienen nada que ver las unas con las otras. Entre historia e historia hay pequeños nudos verbales, que es tal vez lo que más me gusta de esta novela: palabras y frases sincopadas que cualquier lector perspicaz puede entender que se dirigen hacia la amnesia. Esta novela es, también, y puede que sobre todas las demás consideraciones, un intento fallido de amnesia donde todos somos iguales, las sombras inocentes y los brutos malévolos, los personajes reales y ficticios, es decir, donde todos somos víctimas, sólo que de una forma indolora. Nocturno de Chile también trata de la moda, la alta costura y el prêt-à-porter, o lo que es lo mismo, sobre el efecto del tiempo en las historias, sobre el lento progreso del olvido, que es una de las formas de la ocultación hacia la que con más gusto y puede que con más justificación tendemos".

En forma de torbellino, se suceden los pensamientos del protagonista, sacerdote, crítico literario y poeta mediocre. Durante el transcurso de una noche febril (el héroe o antihéroe supone que está a punto de morir), se precipitan las visiones de monstruos, horribles imágenes de la memoria y anticipaciones espantosas. El lector asiste al desfile de los recuerdos, de las contradicciones, de los temores del cura, como si se hubieran intercambiado los roles y se presenciara la confesión de un confesor, plagada de disquisiciones de corte surrealista. A la vez, este soliloquio permite al autor ahorrar la crónica y destacar sólo pasajes clave.

A pesar de que el novelista afirma estar en contra de la literatura de denuncia y del realismo social ("un escritor jamás debe permitir que su literatura se dirija a algún fin no literario", sostiene), esta novela expresa en forma de alegoría la grotesca mentira en que se basan las costumbres sociales y literarias. Nos toparemos así con personajes como los dos "encomenderos del abismo", los señores Oido y Odeim (cuyos nombres al revés dan idea de lo que representan), o el zapatero vienés que intenta construir una Colina de los Héroes, cementerio mitológico donde al final no reposará más que él. La novela ataca los oportunismos, las debilidades y las traiciones del mundo cotidiano. Se ha dicho que Nocturno de Chile es esa obra radical e incómoda sobre el pasado que la literatura española todavía está por escribir.

Cuando se trata de definir su relación con la literatura, Bolaño retoma una pensamiento, ya expressado por Gil de Biedma, que suena a paradoja en boca de un escritor: lo natural es leer y no escribir; el placer (y la sabiduría) están en la lectura, jamás en la escritura.



Por Silvia Adela Kohan
Para La Nación - Barcelona,

viernes, 16 de julio de 2010

EL ETERNO.

Cansado y aburrido de la eternidad, viró a la izquierda, y comenzó a descender por la angosta callecita de piedras, hacia la esquina de los mendigos...al detenerse frente a ellos ...uno de ellos, el de anteojeras, le dijo... aquí esta tu reloj!!.. el que buscas para entrar en el tiempo!!...y se lo coloco en las manos. Después de varias horas de esfuerzos inútiles por poner a andar el reloj, el Eterno lo dejo caer ..y se escucho el tic! tac!! Monótono e infinito del comienzo del tiempo...la esquina quedó desierta cuando el eterno comenzó a envejecer aceleradamente!!

lunes, 12 de julio de 2010

EL LEGADO DE LEON TOTSKY.POR PEPE GUTIERREZ.

El legado de León Trotsky
El próximo 20 de agosto se cumplirán 70 años del asesinato de Trotsky, un tiempo más que suficiente para establecer un cierto balance de un legado que…
Pepe Gutiérrez-Álvarez | Para Kaos en la Red | 10-7-2010 a las 11:10 | 631 lecturas
www.kaosenlared.net/noticia/el-legado-de-leon-trotsky
El próximo 20 de agosto se cumplirán 70 años del asesinato de Trotsky, un tiempo más que suficiente para establecer un cierto balance de un legado que no cumplió sus propias expectativas pero sí superó la que sus enemigos le otorgaban.

El 20 de agosto de 1940, las expectativas del “trotskismo” (un concepto que Trotsky siempre escribía con comillas, consciente de la instrumentalización que el estalinismo había hecho de él, primero como un contrapunto del “verdadero leninismo”, y desde mitad de los años treinta como la manifestación más pérfida del “quintacolumnismo”), eran bastante oscuras…En aquel momento, la sección rusa de la Oposición (la “madre” de la oposición internacional), había sido exterminada; la revolución), lo que quedaba del “trotskismo” español cabía en un taxi…En los años de la II Guerra Mundial, el “trotskismo” resultó casi totalmente aniquilado en Europa: además de comunistas y judíos, fueron tratados como “apestados” por los sectores de la Resistencia ligados al estalinismo.

El final de la guerra, los dejaba completamente desarbolados, a duras penas consiguió restablecer una cierta estructuración. Por otro lado, la hipótesis central expresada por Trotsky en El programa de Transición, estuvo lejos de confirmarse. Si bien, la II Guerra Mundial había mostrado la locura y la sinrazón del capitalismo de manera todavía más acusada que la Primera, las condiciones subjetivas habían retrocedido drásticamente. No hubo lugar para nada parecido a una reedición de la experiencia de Zimmervald: la socialdemocracia ni el comunismo oficial no sufrieron ningún desbordamiento por la izquierda significativo. Antes al contrario, de un lado, el capitalismo conoció una tercera revolución industrial con las fórmulas keynesianas que le permitieron una expansión y una estabilidad tal que se legó a pensar que la época de las grandes crisis sociales quedaba atrás, y de otro, el estalinismo victorioso se extendía por la Europa del Este y a finales de los años cuarenta en China.

Los años cincuenta fueron de abierta crisis. Fuera de los grandes aparatos de la socialdemocracia y del comunismo oficial, apenas si quedaron algunos restos de las grandes tradiciones radicales, del socialismo de izquierda, el anarquismo y del “trotskismo”…no fue hasta los años sesenta que, con el empuje de la revolución anticolonialista (India, China, Cuba, Argelia, etc), y de la crisis chino-soviética, que emergieron las diversas fracciones maoístas que sí bien respondían a tareas y exigencias inmediatas, tomaban sus referencias teóricas de algunas de las fases del estalinismo: los más izquierdistas del periodo del “socialfascismo”, los más moderados del período del Frente Popular…En los países sometidos todavía dictaduras de origen fascista (España, Grecia, Portugal), los partidos comunistas mantenían casi integra su aureola de resistencia.

De ahí que todos los cismas derivados de la Cuarta Internacional, y que tanto desconciertan todavía a los profanos, tengan su punto de partidas en las sucesivas crisis de esta época, normalmente situadas como expresiones del gran dilema que planteaba una situación histórica tan diferente a la que vio alumbrar la revolución de Octubre, o a la que precedió el final de la revolución española animada por anarcosindicalistas, socialistas de izquierda, comunismo democrático e incluso con un partido comunista que no había renunciado a la revolución en aras de las exigencias de la política exterior de Stalin. Ya en los años treinta, el “trotskismo” se había distinguido por la búsqueda de fórmulas tácticas renovadas, y no fue otra cosa lo que intentó en Alemania, Francia y España en unas circunstancias cada vez más adversas, y por lo tanto, cada vez con menos capacidad para incidir en los hechos. La metáfora del “planeta sin visado” era también la de una situación cada vez más marginal: la misma que hizo que la II Guerra Mundial concluyera rehuyendo toda posibilidad revolucionaria…

El asesinato de Trotsky tiene una enorme fuerza simbólica: refleja el final de toda una época. Ya no quedaba nadie de los tiempos de los gigantes…En los años cincuenta –seguimos con el hilo-, el “trotskismo” se dividió en base a dos tentaciones: de una lado, la “tradicionalista” (la paleotrotskista según una expresión muy extendida), que ponía el énfasis en que las grandes cuestiones de antes de la II Guerra Mundial seguían estando ahí, y que por lo tanto, El Programa de Transición seguía teniendo una estricta vigencia: solamente había que interpretarlo bien. La otra era la que había cruz y raya con aquel periodo y trataba de buscar nuevas fórmulas en consonancia, una orientación que se ha llamado también neotrotskista, “revisionista” o “pablista” según las diversas corrientes que se dicen representar –cada una de ellas- la “verdadera” continuidad.

Guante los sesenta, en los países industrializados comienza surgir una “nueva izquierda” diferente a la tradicional de las grandes opciones ligadas a la “guerra fría”, y sus expresión más desarrollada serán los mayos del 68 que atraviesan el mundo, y que crean una nueva situación….

En el tramo final de esta fase, servidor pudo publicar su primer libro, Conocer a Trotsky y su obra (Ed. Dopesa, Barcelona, 1979), en una colección y en una editorial ligada al “Grupo Mundo”, cuyos medios fueron muy receptivos del “sesentayochismo” y del momento político del país, y no fue por asaltad que fuese uno de los últimos en aparecer (la anécdota es que n minuto después de cobrar en un banco la primera cantidad por los derechos, me llamo el cajero que me había atendido para decirme que si hubiera llegado dos minutos después, no habría podido pagarme), y de la que me permito reproducir su epílogo con la intención de comentarlo en una próxima ocasión.

De una lado se daba la tentación de trabajar en base a todo lo que se estaba dando de nuevo (las revoluciones an

Epílogo: El legado de León Trotsky


Resulta francamente difícil «encerrar» la vida y la obra de Trotsky en tan breve espacio. Se trata de cerca de medio siglo de intensa vida militante, que se sitúa en el centro mismo del escenario creado por la Gran Revolución Rusa, cuya trascendencia sólo es comparable con la Gran Revolución Francesa de 1789. Trotsky ocupa por derecho propio el lugar de protagonista, antes, durante y después de esta revolución y el cuadro de sus actividades se multiplica en un amplio campo de problemas de primera magnitud que van, desde la lucha por el poder y la tensión polémica y dramática constante, hasta las cuestiones «menores» como el arte y la cultura.
Cada etapa de su trayectoria vital, cada polémica, cada cuestión, han dado lugar a ríos de tintas compuestos por los más variados colores. Deutscher, un «trotskista heterodoxo» que escribió una biografía digna de él, dice:

“Tan copiosa y espléndida fue la carrera de Trotsky, que cualquier parte o fracción de ella habría bastado para llenar la vida de una personalidad histórica sobresaliente. De haber muerto a la edad de treinta o treinta y cinco años, poco antes de 1917, Trotsky habría ocupado su lugar en un mismo nivel que pensadores y revolucionarios rusos como Bielinsky, Herzen o Bakunin, como su descendiente o su equivalente marxista.

Si su vida hubiese terminado en 1921 o después más o menos en el mismo momento en que murió Lenin, habría sido recordado como el jefe de Octubre, como el fundador del Ejército Rojo y su caudillo en la guerra civil, y como el mentor de la Tercera Internacional que habló a los trabajadores del mundo con el vigor y la brillantez de Marx y con acentos que no se habían vuelto a escuchar desde los días del Manifiesto Comunista. (Fueron necesarias varias décadas de falsificación y de calumnia estalinista para empañar y borrar esa imagen suya en la memoria de dos generaciones.)

Las ideas que él expuso y la obra que realizó como jefe de la Oposición entre 1923 y 1929 constituyen la suma y la sustancia del capítulo más trascendente y dramático en los anales del bolchevismo y el comunismo. Trotsky actuó como protagonista de la controversia más grande del siglo, como iniciador intelectual de la industrialización y la economía planificada, y por último como portavoz de todos aquellos que resistieron, dentro del partido bolchevique, el advenimiento del estalinismo. Aun cuando él no hubiera sobrevivido al año 1927, habría dejado tras de sí un legado de ideas que no podría ser destruido ni condenado al olvido permanente, el legado por el cual muchos de sus seguidores se enfrentaron al pelotón de fusilamiento con su nombre en los labios, un legado al que el tiempo va añadiendo pertinencia y peso y hacia el cual una nueva generación soviética va encontrando a tientas su camino”. (1 Oc., t. III, p. 460.)
Como ya hemos explicado, es su último combate, el del tercer exilio, el más importante para él y, sin duda, el más rico en su creación intelectual. Es en esta etapa cuando escribe Historia de la revolución rusa, La lucha contra el fascismo en Alemania, La revolución traicionada, El programa de transición y En defensa del marxismo. Tenemos derecho a creer que, de no haber muerto antes que Stalin —que nació el mismo año—, hubiera seguido siendo la encarnación viviente de la revolución (22. En 1939, el embajador francés ante Hitler, Coulondre, intentaba disuadir al líder nazi de la guerra, con el argumento de que el vencedor podría ser Trotsky. Hitler compartía el mismo temor. De hecho Stalin no vio seguro su poderío hasta su asesinato) habría escrito las obras que tenía proyectadas, hubiera modificado sustancialmente el curso de la Cuarta Internacional ‘y, sin duda, la crisis del estalinismo habría tomado una amplitud mucho mayor. Está lejos de nuestra inte1ción hacer de Trotsky algo mítico, pero no podemos por menos de subrayar que incluso en la derrota y el exilio, su trascendencia personal, carece de parangón.

No se puede, a nuestro juicio, hablar seriamente de marxismo en nuestros días sin conocer seriamente la vida y la obra de Trotsky. Para acceder a este conocimiento, el lector cuenta con la biografía que escribió Deutscher que (al margen de algunas críticas que se le puedan hacer) significa un esfuerzo gigantesco por reconstruir la verdad del comunismo del siglo XX y por situar en su justo lugar a Trotsky. Tiene al alcance de la mano lo principal de la enorme obra escrita de Trotsky, que representa un apasionante intento por enlazar la teoría —dentro de una espléndida prosa literaria— con la acción y el compromiso sin medianías: una obra que se sitúa a la altura de los más importantes clásicos del marxismo. Todavía no cuenta con un estudio sistemático sobre su pensamiento, aunque se están dando los primeros pasos en este sentido.

Nos limitaremos aquí, a modo de conclusión, a subrayar algunas de sus aportaciones más sobresalientes:

--1. Representa un notable esfuerzo por mantener y desarrollar las adquisiciones del marxismo clásico, en una época donde las guerras, las revoluciones y las contrarrevoluciones modificaban constantemente la realidad.

--2. Intentó, sin titubeos ni medias tintas, impulsar organizadamente una corriente de pensamiento y acción opuesta a la socialdemocracia y el estalinismo.

--3• Personificó un gran esfuerzo por enriquecer cuestiones de principios marxistas como son el internacionalismo proletario, la democracia obrera y la autonomía del movimiento obrero y revolucionario en relación a los partidos burgueses cuando la mayoría del movimiento obrero estaba atada a la burguesía “democrática”, «nacional», «antifascista», etc.

--4. Finalmente, hay que destacar su esfuerzo por recomponer y fortalecer las nuevas generaciones de cuadros marxistas revolucionarios.

Esta última tarea ha sido a veces menospreciada. Para entenderla en sus justos términos hay que comprender que, entre otras cosas, toda una generación de cuadros trotskistas fue diezmada por el estalinismo (o por el fascismo, en campos de concentración murieron Abraham Leon y Frank Jakubowski). La generación siguiente tuvo que esforzarse para resistir unas nuevas condiciones políticas en la que el predominio del estalinismo fue casi total en el movimiento comunista y el capitalismo vivió un largo período de estabilidad y reforzamiento ideológico.

Esta resistencia estuvo encarnada en una promoción de hombres y mujeres de la talla de Isaac Deutscher, Roman Rodolsky, Ernest Mandel, George Novack, Livio Maitan, Evelyn Reed, Joseph Hansen, Pierre Frank, J. P. Cannon, Pierre Broué y otros más. Esta generación de resistentes fue la que preparó las condiciones para el «transcrecimiento» que se opera en el movimiento trotskista después del mayo del 68, que marca el surgimiento de una nueva generación de militantes que cuenta con una base de implantación mucho más sólida. Es la hora de la renovación, de los Hugo Blanco, Alain Krivine, Jacques Valier, Perry Anderson, Jacqueline Heinen, Mary Alice Waters, Peter Camejo, Daniel Bensaïd, Denise Avenas, Bernadette Devlin, Alain Brossatt, Robin Blackburn, Caroline Lund y otros y otras, entre quienes se cuentan algunos españoles.

Al margen del acuerdo que se tenga con el trotskismo y de la valoración que nos merezca cada uno de estos personajes, reflejan un notable paso adelante por desarrollar el legado de Trotsky, por reconstruir el marxismo revolucionario en contra del estalinismo y de la socialdemocracia. Es una continuidad de la obra de Trotsky desigual y problemática pero con una presencia notable a la izquierda de los partidos tradicionales que ha de sorprender a los que, como Sartre, velan en el trotskismo una corriente estrictamente ligada a una personalidad ya enterrada. El mismo Sartre ha visto nacer y declinar otras corrientes «nuevas» y «superadoras» como lo fueron diversos socialismos de izquierdas, el «tercermundismo», el anarquismo, el maoísmo, etc.


Pepe Gutiérrez-Álvarez en Kaos en la Red

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jueves, 8 de julio de 2010

PUBLICACION DEL LIBRO UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR. AUTOR CESAR MOLINA CONSUEGRA

PUBLICACION DE MI NUEVO LIBRO..UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR.Compartir. Hoy a las 8:13 | Editar nota | Eliminar
ID: 7023165
Categoría: Poesía
Descripción: Una aproximacion a la profundidad y vitalidad de la obra literaria de la poetisa Meyra del Mar. Al mismo tiempo,un homenaje a su memoria, a su pasion desinteresada,por el caribe colombiano.
Año del copyright: 2010
Idioma: Español
País Canada
Palabras clave: MEMORIA, POESIA, LITERATURA
Editorial lulu.com
Disponible por internet toda compra.
Descarga a precio modico por el portal de Lulu.com

El autor y la obra. Nuevo libro de CESAR MOLINA CONSUEGRA.UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE MEYRA DEL MAR.
UN HOMENAJE A LA POETISA MEYRA DEL MAR..EL RESCATE DE SU MEMORIA!!
PORTADA DE MI NUEVO LIBRO..UNA APROXIMACION A LA OBRA LITERARIA DE LA POETISA MEYRA DEL MAR
Espero la valiosa colaboracion y apoyo de todas y cada una de mis sinceras amistades!!
Gracias a mi familia,por haberme dado tanto..a mi madre Olga Consuegra, q.e.p.d,a mi padre Evaristo Molina Padilla,y a todos mis hermanos.

miércoles, 7 de julio de 2010

EL CUENTO DE LA ISLA DESCONOCIDA.JOSE SARAMAGO.

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El cuento de la isla desconocida
[Cuento. Texto completo]
José Saramago

Un hombre llamó a la puerta del rey y le dijo, Dame un barco. La casa del rey tenía muchas más puertas, pero aquélla era la de las peticiones. Como el rey se pasaba todo el tiempo sentado ante la puerta de los obsequios (entiéndase, los obsequios que le entregaban a él), cada vez que oía que alguien llamaba a la puerta de las peticiones se hacía el desentendido, y sólo cuando el continuo repiquetear de la aldaba de bronce subía a un tono, más que notorio, escandaloso, impidiendo el sosiego de los vecinos (las personas comenzaban a murmurar, Qué rey tenemos, que no atiende), daba orden al primer secretario para que fuera a ver lo que quería el impetrante, que no había manera de que se callara. Entonces, el primer secretario llamaba al segundo secretario, éste llamaba al tercero, que mandaba al primer ayudante, que a su vez mandaba al segundo, y así hasta llegar a la mujer de la limpieza que, no teniendo en quién mandar, entreabría la puerta de las peticiones y preguntaba por el resquicio, Y tú qué quieres. El suplicante decía a lo que venía, o sea, pedía lo que tenía que pedir, después se instalaba en un canto de la puerta, a la espera de que el requerimiento hiciese, de uno en uno, el camino contrario, hasta llegar al rey. Ocupado como siempre estaba con los obsequios, el rey demoraba la respuesta, y ya no era pequeña señal de atención al bienestar y felicidad del pueblo cuando pedía un informe fundamentado por escrito al primer secretario que, excusado será decirlo, pasaba el encargo al segundo secretario, éste al tercero, sucesivamente, hasta llegar otra vez a la mujer de la limpieza, que opinaba sí o no de acuerdo con el humor con que se hubiera levantado.

Sin embargo, en el caso del hombre que quería un barco, las cosas no ocurrieron así. Cuando la mujer de la limpieza le preguntó por el resquicio de la puerta, Y tú qué quieres, el hombre, en vez de pedir, como era la costumbre de todos, un título, una condecoración, o simplemente dinero, respondió. Quiero hablar con el rey, Ya sabes que el rey no puede venir, está en la puerta de los obsequios, respondió la mujer, Pues entonces ve y dile que no me iré de aquí hasta que él venga personalmente para saber lo que quiero, remató el hombre, y se tumbó todo lo largo que era en el rellano, tapándose con una manta porque hacía frío. Entrar y salir sólo pasándole por encima. Ahora, bien, esto suponía un enorme problema, si tenemos en consideración que, de acuerdo con la pragmática de las puertas, sólo se puede atender a un suplicante cada vez, de donde resulta que mientras haya alguien esperando una respuesta, ninguna otra persona podrá aproximarse para exponer sus necesidades o sus ambiciones. A primera vista, quien ganaba con este artículo del reglamento era el rey, puesto que al ser menos numerosa la gente que venía a incomodarlo con lamentos, más tiempo tenía, y más sosiego, para recibir, contemplar y guardar los obsequios. A segunda vista, sin embargo, el rey perdía, y mucho, porque las protestas públicas, al notarse que la respuesta tardaba más de lo que era justo, aumentaban gravemente el descontento social, lo que, a su vez, tenía inmediatas y negativas consecuencias en el flujo de obsequios. En el caso que estamos narrando, el resultado de la ponderación entre los beneficios y los perjuicios fue que el rey, al cabo de tres días, y en real persona, se acercó a la puerta de las peticiones, para saber lo que quería el entrometido que se había negado a encaminar el requerimiento por las pertinentes vías burocráticas. Abre la puerta, dijo el rey a la mujer de la limpieza, y ella preguntó, Toda o sólo un poco.

El rey dudó durante un instante, verdaderamente no le gustaba mucho exponerse a los aires de la calle, pero después reflexionó que parecería mal, aparte de ser indigno de su majestad, hablar con un súbdito a través de una rendija, como si le tuviese miedo, sobre todo asistiendo al coloquio la mujer de la limpieza, que luego iría por ahí diciendo Dios sabe qué, De par en par, ordenó. El hombre que quería un barco se levantó del suelo cuando comenzó a oír los ruidos de los cerrojos, enrolló la manta y se puso a esperar. Estas señales de que finalmente alguien atendería y que por tanto el lugar pronto quedaría desocupado, hicieron aproximarse a la puerta a unos cuantos aspirantes a la liberalidad del trono que andaban por allí, prontos para asaltar el puesto apenas quedase vacío. La inopinada aparición del rey (nunca una tal cosa había sucedido desde que usaba corona en la cabeza) causó una sorpresa desmedida, no sólo a los dichos candidatos, sino también entre la vecindad que, atraída por el alborozo repentino, se asomó a las ventanas de las casas, en el otro lado de la calle. La única persona que no se sorprendió fue el hombre que vino a pedir un barco. Calculaba él, y acertó en la previsión, que el rey, aunque tardase tres días, acabaría sintiendo la curiosidad de ver la cara de quien, nada más y nada menos, con notable atrevimiento, lo había mandado llamar. Dividido entre la curiosidad irreprimible y el desagrado de ver tantas personas juntas, el rey, con el peor de los modos, preguntó tres preguntas seguidas, Tú qué quieres, Por qué no dijiste lo que querías, Te crees que no tengo nada más que hacer, pero el hombre sólo respondió a la primera pregunta, Dame un barco, dijo. El asombro dejó al rey hasta tal punto desconcertado que la mujer de la limpieza se vio obligada a acercarle una silla de enea, la misma en que ella se sentaba cuando necesitaba trabajar con el hilo y la aguja, pues, además de la limpieza, tenía también la responsabilidad de algunas tareas menores de costura en el palacio, como zurcir las medias de los pajes. Mal sentado, porque la silla de enea era mucho más baja que el trono, el rey buscaba la mejor manera de acomodar las piernas, ora encogiéndolas, ora extendiéndolas para los lados, mientras el hombre que quería un barco esperaba con paciencia la pregunta que seguiría, Y tú para qué quieres un barco, si puede saberse, fue lo que el rey preguntó cuando finalmente se dio por instalado con sufrible comodidad en la silla de la mujer de la limpieza, Para buscar la isla desconocida, respondió el hombre. Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa, como si tuviese enfrente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, a quien no sería bueno contrariar así de entrada, La isla desconocida, repitió el hombre, Hombre, ya no hay islas desconocidas, Quién te ha dicho, rey, que ya no hay islas desconocidas, Están todas en los mapas, En los mapas están sólo las islas conocidas, Y qué isla desconocida es esa que tú buscas, Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida, A quién has oído hablar de ella, preguntó el rey, ahora más serio, A nadie, En ese caso, por qué te empeñas en decir que ella existe, Simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida, Y has venido aquí para pedirme un barco, Sí, vine aquí para pedirte un barco, Y tú quién eres para que yo te lo dé, Y tú quién eres para no dármelo, Soy el rey de este reino y los barcos del reino me pertenecen todos, Más les pertenecerás tú a ellos que ellos a ti, Qué quieres decir, preguntó el rey inquieto, Que tú sin ellos nada eres, y que ellos, sin ti, pueden navegar siempre, Bajo mis órdenes, con mis pilotos y mis marineros, No te pido marineros ni piloto, sólo te pido un barco, Y esa isla desconocida, si la encuentras, será para mí, A ti, rey, sólo te interesan las islas conocidas,

También me interesan las desconocidas, cuando dejan de serlo, Tal vez ésta no se deje conocer, Entonces no te doy el barco, Darás. Al oír esta palabra, pronunciada con tranquila firmeza, los aspirantes a la puerta de las peticiones, en quienes, minuto tras minuto, desde el principio de la conversación iba creciendo la impaciencia, más por librarse de él que por simpatía solidaria, resolvieron intervenir en favor del hombre que quería el barco, comenzando a gritar. Dale el barco, dale el barco. El rey abrió la boca para decirle a la mujer de la limpieza que llamara a la guardia del palacio para que estableciera inmediatamente el orden público e impusiera disciplina, pero, en ese momento, las vecinas que asistían a la escena desde las ventanas se unieron al coro con entusiasmo, gritando como los otros, Dale el barco, dale el barco. Ante tan ineludible manifestación de voluntad popular y preocupado con lo que, mientras tanto, habría perdido en la puerta de los obsequios, el rey levantó la mano derecha imponiendo silencio y dijo, Voy a darte un barco, pero la tripulación tendrás que conseguirla tú, mis marineros me son precisos para las islas conocidas. Los gritos de aplauso del público no dejaron que se percibiese el agradecimiento del hombre que vino a pedir un barco, por el movimiento de los labios tanto podría haber dicho Gracias, mi señor, como Ya me las arreglaré, pero lo que nítidamente se oyó fue lo que a continuación dijo el rey, Vas al muelle, preguntas por el capitán del puerto, le dices que te mando yo, y él que te dé el barco, llevas mi tarjeta. El hombre que iba a recibir un barco leyó la tarjeta de visita, donde decía Rey debajo del nombre del rey, y eran éstas las palabras que él había escrito sobre el hombro de la mujer de la limpieza, Entrega al portador un barco, no es necesario que sea grande, pero que navegue bien y sea seguro, no quiero tener remordimientos en la conciencia si las cosas ocurren mal. Cuando el hombre levantó la cabeza, se supone que esta vez iría a agradecer la dádiva, el rey ya se había retirado, sólo estaba la mujer de la limpieza mirándolo con cara de circunstancias. El hombre bajó del peldaño de la puerta, señal de que los otros candidatos podían avanzar por fin, superfluo será explicar que la confusión fue indescriptible, todos queriendo llegar al sitio en primer lugar, pero con tan mala suerte que la puerta ya estaba cerrada otra vez. La aldaba de bronce volvió a llamar a la mujer de la limpieza, pero la mujer de la limpieza no está, dio la vuelta y salió con el cubo y la escoba por otra puerta, la de las decisiones, que apenas es usada, pero cuando lo es, lo es. Ahora sí, ahora se comprende el porqué de la cara de circunstancias con que la mujer de la limpieza estuvo mirando, ya que, en ese preciso momento, había tomado la decisión de seguir al hombre así que él se dirigiera al puerto para hacerse cargo del barco. Pensó que ya bastaba de una vida de limpiar y lavar palacios, que había llegado la hora de mudar de oficio, que lavar y limpiar barcos era su vocación verdadera, al menos en el mar el agua no le faltaría. No imagina el hombre que, sin haber comenzado a reclutar la tripulación, ya lleva detrás a la futura responsable de los baldeos y otras limpiezas, también es de este modo como el destino acostumbra a comportarse con nosotros, ya está pisándonos los talones, ya extendió la mano para tocarnos en el hombro, y nosotros todavía vamos murmurando, Se acabó, no hay nada más que ver, todo es igual.

Andando, andando, el hombre llegó al puerto, fue al muelle, preguntó por el capitán, y mientras venía, se puso a adivinar cuál sería, de entre los barcos que allí estaban, el que iría a ser suyo, grande ya sabía que no, la tarjeta de visita del rey era muy clara en este punto, por consiguiente quedaban descartados los paquebotes, los cargueros y los navíos de guerra, tampoco podría ser tan pequeño que aguantase mal las fuerzas del viento y los rigores del mar, en este punto también había sido categórico el rey, que navegue bien y sea seguro, fueron éstas sus formales palabras, excluyendo así explícitamente los botes, las falúas y las chalupas, que siendo buenos navegantes, y seguros, cada uno conforme a su condición, no nacieron para surcar los océanos, que es donde se encuentran las islas desconocidas. Un poco apartada de allí, escondida detrás de unos bidones, la mujer de la limpieza pasó los ojos por los barcos atracados, Para mi gusto, aquél, pensó, aunque su opinión no contaba, ni siquiera había sido contratada, vamos a oír antes lo que dirá el capitán del puerto. El capitán vino, leyó la tarjeta, miró al hombre de arriba abajo y le hizo la pregunta que al rey no se le había ocurrido, Sabes navegar, tienes carnet de navegación, a lo que el hombre respondió, Aprenderé en el mar. El capitán dijo, No te lo aconsejaría, capitán soy yo, y no me atrevo con cualquier barco, Dame entonces uno con el que pueda atreverme, no, uno de ésos no, dame un barco que yo respete y que pueda respetarme a mí, Ese lenguaje es de marinero, pero tú no eres marinero, Si tengo el lenguaje, es como si lo fuese. El capitán volvió a leer la tarjeta del rey, después preguntó, Puedes decirme para qué quieres el barco, Para ir en busca de la isla desconocida, Ya no hay islas desconocidas, Lo mismo me dijo el rey, Lo que él sabe de islas lo aprendió conmigo, Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas, Pero tú, si bien entiendo, vas a la búsqueda de una donde nadie haya desembarcado nunca, Lo sabré cuando llegue, Si llegas, Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto adonde llegué fue ése, Quieres decir que llegar, se llega siempre, No serías quien eres si no lo supieses ya. El capitán del puerto dijo, Voy a darte la embarcación que te conviene. Cuál, Es un barco con mucha experiencia, todavía del tiempo en que toda la gente andaba buscando islas desconocidas, Cuál, Creo que incluso encontró algunas, Cuál, Aquél. Así que la mujer de la limpieza percibió para dónde apuntaba el capitán, salió corriendo de detrás de los bidones y gritó, Es mi barco, es mi barco, hay que perdonarle la insólita reivindicación de propiedad, a todo título abusiva, el barco era aquel que le había gustado, simplemente. Parece una carabela, dijo el hombre, Más o menos, concordó el capitán, en su origen era una carabela, después pasó por arreglos y adaptaciones que la modificaron un poco, Pero continúa siendo una carabela, Sí, en el conjunto conserva el antiguo aire, Y tiene mástiles y velas, Cuando se va en busca de islas desconocidas, es lo más recomendable. La mujer de la limpieza no se contuvo, Para mí no quiero otro, Quién eres tú, preguntó el hombre, No te acuerdas de mí, No tengo idea, Soy la mujer de la limpieza, Qué limpieza, La del palacio del rey, La que abría la puerta de las peticiones, No había otra, Y por qué no estás en el palacio del rey, limpiando y abriendo puertas, Porque las puertas que yo quería ya fueron abiertas y porque de hoy en adelante sólo limpiaré barcos, Entonces estás decidida a ir conmigo en busca de la isla desconocida, Salí del palacio por la puerta de las decisiones, Siendo así, ve para la carabela, mira cómo está aquello, después del tiempo pasado debe precisar de un buen lavado, y ten cuidado con las gaviotas, que no son de fiar, No quieres venir conmigo a conocer tu barco por dentro, Dijiste que era tuyo, Disculpa, fue sólo porque me gustó, Gustar es probablemente la mejor manera de tener, tener debe de ser la peor manera de gustar. El capitán del puerto interrumpió la conversación, Tengo que entregar las llaves al dueño del barco, a uno o a otro, resuélvanlo, a mí tanto me da, Los barcos tienen llave, preguntó el hombre, Para entrar, no, pero allí están las bodegas y los pañoles, y el camarote del comandante con el diario de a bordo, Ella que se encargue de todo, yo voy a reclutar la tripulación, dijo el hombre, y se apartó.

La mujer de la limpieza fue a la oficina del capitán para recoger las llaves, después entró en el barco, dos cosas le valieron, la escoba del palacio y el aviso contra las gaviotas, todavía no había acabado de atravesar la pasarela que unía la amurada al atracadero y ya las malvadas se precipitaban sobre ella gritando, furiosas, con las fauces abiertas, como si la fueran a devorar allí mismo. No sabían con quién se enfrentaban. La mujer de la limpieza posó el cubo, se guardó las llaves en el seno, plantó bien los pies en la pasarela y, remolineando la escoba como si fuese un espadón de los buenos tiempos, consiguió poner en desbandada a la cuadrilla asesina. Sólo cuando entró en el barco comprendió la ira de las gaviotas, había nidos por todas partes, muchos de ellos abandonados, otros todavía con huevos, y unos pocos con gaviotillas de pico abierto, a la espera de comida, Pues sí, pero será mejor que se muden de aquí, un barco que va en busca de la isla desconocida no puede tener este aspecto, como si fuera un gallinero, dijo. Tiró al agua los nidos vacíos, los otros los dejó, luego veremos. Después se remangó las mangas y se puso a lavar la cubierta. Cuando acabó la dura tarea, abrió el pañol de las velas y procedió a un examen minucioso del estado de las costuras, tanto tiempo sin ir al mar y sin haber soportado los estirones saludables del viento. Las velas son los músculos del barco, basta ver cómo se hinchan cuando se esfuerzan, pero, y eso mismo les sucede a los músculos, si no se les da uso regularmente, se aflojan, se ablandan, pierden nervio. Y las costuras son los nervios de las velas, pensó la mujer de la limpieza, contenta por aprender tan de prisa el arte de la marinería. Encontró deshilachadas algunas bastillas, pero se conformó con señalarlas, dado que para este trabajo no le servían la aguja y el hilo con que zurcía las medias de los pajes antiguamente, o sea, ayer. En cuanto a los otros pañoles, enseguida vio que estaban vacíos. Que el de la pólvora estuviese desabastecido, salvo un polvillo negro en el fondo, que al principio le parecieron cagaditas de ratón, no le importó nada, de hecho no está escrito en ninguna ley, por lo menos hasta donde la sabiduría de una mujer de la limpieza es capaz de alcanzar, que ir por una isla desconocida tenga que ser forzosamente una empresa de guerra. Ya le enfadó, y mucho, la falta absoluta de municiones de boca en el pañol respectivo, no por ella, que estaba de sobra acostumbrada al mal rancho del palacio, sino por el hombre al que dieron este barco, no tarda que el sol se ponga, y él aparecerá por ahí clamando que tiene hambre, que es el dicho de todos los hombres apenas entran en casa, como si sólo ellos tuviesen estómago y sufriesen de la necesidad de llenarlo, Y si trae marineros para la tripulación, que son unos ogros comiendo, entonces no sé cómo nos vamos a gobernar, dijo la mujer de la limpieza.

No merecía la pena preocuparse tanto. El sol acababa de sumirse en el océano cuando el hombre que tenía un barco surgió en el extremo del muelle. Traía un bulto en la mano, pero venía solo y cabizbajo. La mujer de la limpieza fue a esperarlo a la pasarela, antes de que abriera la boca para enterarse de cómo había transcurrido el resto del día, él dijo, Estate tranquila, traigo comida para los dos, Y los marineros, preguntó ella, Como puedes ver, no vino ninguno, Pero los dejaste apalabrados, al menos, volvió a preguntar ella, Me dijeron que ya no hay islas desconocidas, y que, incluso habiéndolas, no iban a dejar el sosiego de sus lares y la buena vida de los barcos de línea para meterse en aventuras oceánicas, a la búsqueda de un imposible, como si todavía estuviéramos en el tiempo del mar tenebroso, Y tú qué les respondiste, Que el mar es siempre tenebroso, Y no les hablaste de la isla desconocida, Cómo podría hablarles de una isla desconocida, si no la conozco, Pero tienes la certeza de que existe, Tanta como de que el mar es tenebroso, En este momento, visto desde aquí, con las aguas color de jade y el cielo como un incendio, de tenebroso no le encuentro nada, Es una ilusión tuya, también las islas a veces parece que fluctúan sobre las aguas y no es verdad, Qué piensas hacer, si te falta una tripulación, Todavía no lo sé, Podríamos quedarnos a vivir aquí, yo me ofrecería para lavar los barcos que vienen al muelle, y tú, Y yo, Tendrás un oficio, una profesión, como ahora se dice, Tengo, tuve, tendré si fuera preciso, pero quiero encontrar la isla desconocida, quiero saber quién soy yo cuando esté en ella, No lo sabes, Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual. El incendio del cielo iba languideciendo, el agua de repente adquirió un color morado, ahora ni la mujer de la limpieza dudaría que el mar es de verdad tenebroso, por lo menos a ciertas horas.

Dijo el hombre, Dejemos las filosofías para el filósofo del rey, que para eso le pagan, ahora vamos a comer, pero la mujer no estuvo de acuerdo, Primero tienes que ver tu barco, sólo lo conoces por fuera. Qué tal lo encontraste, Hay algunas costuras de las velas que necesitan refuerzo, Bajaste a la bodega, encontraste agua abierta, En el fondo hay alguna, mezclada con el lastre, pero eso me parece que es lo apropiado, le hace bien al barco, Cómo aprendiste esas cosas, Así, Así cómo, Como tú, cuando dijiste al capitán del puerto que aprenderías a navegar en la mar, Todavía no estamos en el mar, Pero ya estamos en el agua, Siempre tuve la idea de que para la navegación sólo hay dos maestros verdaderos, uno es el mar, el otro es el barco, Y el cielo, te olvidas del cielo, Sí, claro, el cielo, Los vientos, Las nubes, El cielo, Sí, el cielo.

En menos de un cuarto de hora habían acabado la vuelta por el barco, una carabela, incluso transformada, no da para grandes paseos. Es bonita, dijo el hombre, pero si no consigo tripulantes suficientes para la maniobra, tendré que ir a decirle al rey que ya no la quiero, Te desanimas a la primera contrariedad, La primera contrariedad fue esperar al rey tres días, y no desistí, Si no encuentras marineros que quieran venir, ya nos las arreglaremos los dos, Estás loca, dos personas solas no serían capaces de gobernar un barco de éstos, yo tendría que estar siempre al timón, y tú, ni vale la pena explicarlo, es una locura, Después veremos, ahora vamos a cenar. Subieron al castillo de popa, el hombre todavía protestando contra lo que llamara locura, allí la mujer de la limpieza abrió el fardel que él había traído, un pan, queso curado, de cabra, aceitunas, una botella de vino. La luna ya estaba a medio palmo sobre el mar, las sombras de la verga y del mástil grande vinieron a tumbarse a sus pies. Es realmente bonita nuestra carabela, dijo la mujer, y enmendó enseguida, La tuya, tu carabela, Supongo que no será mía por mucho tiempo, Navegues o no navegues con ella, la carabela es tuya, te la dio el rey, Se la pedí para buscar una isla desconocida, Pero estas cosas no se hacen de un momento para otro, necesitan su tiempo, ya mi abuelo decía que quien va al mar se avía en tierra, y eso que él no era marinero, Sin marineros no podremos navegar, Eso ya lo has dicho, Y hay que abastecer el barco de las mil cosas necesarias para un viaje como éste, que no se sabe adónde nos llevará, Evidentemente, y después tendremos que esperar a que sea la estación apropiada, y salir con marea buena, y que venga gente al puerto a desearnos buen viaje, Te estás riendo de mí, Nunca me reiría de quien me hizo salir por la puerta de las decisiones, Discúlpame, Y no volveré a pasar por ella, suceda lo que suceda. La luz de la luna iluminaba la cara de la mujer de la limpieza, Es bonita, realmente es bonita, pensó el hombre, y esta vez no se refería a la carabela. La mujer, ésa, no pensó nada, lo habría pensado todo durante aquellos tres días, cuando entreabría de vez en cuando la puerta para ver si aquél aún continuaba fuera, a la espera. No sobró ni una miga de pan o de queso, ni una gota de vino, los huesos de las aceitunas fueron a parar al agua, el suelo está tan limpio como quedó cuando la mujer de la limpieza le pasó el último paño. La sirena de un paquebote que se hacía a la mar soltó un ronquido potente, como debieron de ser los del leviatán, y la mujer dijo, Cuando sea nuestra vez, haremos menos ruido. A pesar de que estaban en el interior del muelle, el agua se onduló un poco al paso del paquebote, y el hombre dijo, Pero nos balancearemos mucho más. Se rieron los dos, después se callaron, pasado un rato uno de ellos opinó que lo mejor sería irse a dormir. No es que yo tenga mucho sueño, y el otro concordó, Ni yo, después se callaron otra vez, la luna subió y continuó subiendo, a cierta altura la mujer dijo, Hay literas abajo, y el hombre dijo, Sí, y entonces fue cuando se levantaron y descendieron a la cubierta, ahí la mujer dijo, Hasta mañana, yo voy para este lado, y el hombre respondió, Y yo para éste, hasta mañana, no dijeron babor o estribor, probablemente porque todavía están practicando en las artes. La mujer volvió atrás, Me había olvidado, se sacó del bolsillo dos cabos de velas, Los encontré cuando limpiaba, pero no tengo cerillas, Yo tengo, dijo el hombre. Ella mantuvo las velas, una en cada mano, él encendió un fósforo, después, abrigando la llama bajo la cúpula de los dedos curvados la llevó con todo el cuidado a los viejos pabilos, la luz prendió, creció lentamente como la de la luna, bañó la cara de la mujer de la limpieza, no sería necesario decir que él pensó, Es bonita, pero lo que ella pensó, sí, Se ve que sólo tiene ojos para la isla desconocida, he aquí cómo se equivocan las personas interpretando miradas, sobre todo al principio. Ella le entregó una vela, dijo, Hasta mañana, duerme bien, él quiso decir lo mismo, de otra manera, Que tengas sueños felices, fue la frase que le salió, dentro de nada, cuando esté abajo, acostado en su litera, se le ocurrirán otras frases, más espiritosas, sobre todo más insinuantes, como se espera que sean las de un hombre cuando está a solas con una mujer. Se preguntaba si ella dormiría, si habría tardado en entrar en el sueño, después imaginó que andaba buscándola y no la encontraba en ningún sitio, que estaban perdidos los dos en un barco enorme, el sueño es un prestidigitador hábil, muda las proporciones de las cosas y sus distancias, separa a las personas y ellas están juntas, las reúne, y casi no se ven una a otra, la mujer duerme a pocos metros y él no sabe cómo alcanzarla, con lo fácil que es ir de babor a estribor.

Le había deseado buenos sueños, pero fue él quien se pasó toda la noche soñando. Soñó que su carabela navegaba por alta mar, con las tres velas triangulares gloriosamente hinchadas, abriendo camino sobre las olas, mientras él manejaba la rueda del timón y la tripulación descansaba a la sombra. No entendía cómo estaban allí los marineros que en el puerto y en la ciudad se habían negado a embarcar con él para buscar la isla desconocida, probablemente se arrepintieron de la grosera ironía con que lo trataron. Veía animales esparcidos por la cubierta, patos, conejos, gallinas, lo habitual de la crianza doméstica, comiscando los granos de millo o royendo las hojas de col que un marinero les echaba, no se acordaba de cuándo los habían traído para el barco, fuese como fuese, era natural que estuviesen allí, imaginemos que la isla desconocida es, como tantas veces lo fue en el pasado, una isla desierta, lo mejor será jugar sobre seguro, todos sabemos que abrir la puerta de la conejera y agarrar un conejo por las orejas siempre es más fácil que perseguirlo por montes y valles. Del fondo de la bodega sube ahora un relincho de caballos, de mugidos de bueyes, de rebuznos de asnos, las voces de los nobles animales necesarios para el trabajo pesado, y cómo llegaron ellos, cómo pueden caber en una carabela donde la tripulación humana apenas tiene lugar, de súbito el viento dio una cabriola, la vela mayor se movió y ondeó, detrás estaba lo que antes no se veía, un grupo de mujeres que incluso sin contarlas se adivinaba que eran tantas cuantos los marineros, se ocupan de sus cosas de mujeres, todavía no ha llegado el tiempo de ocuparse de otras, está claro que esto sólo puede ser un sueño, en la vida real nunca se ha viajado así. El hombre del timón buscó con los ojos a la mujer de la limpieza y no la vio. Tal vez esté en la litera de estribor, descansando de la limpieza de la cubierta, pensó, pero fue un pensar fingido, porque bien sabe, aunque tampoco sepa cómo lo sabe, que ella a última hora no quiso venir, que saltó para el embarcadero, diciendo desde allí, Adiós, adiós, ya que sólo tienes ojos para la isla desconocida, me voy, y no era verdad, ahora mismo andan los ojos de él pretendiéndola y no la encuentran. En este momento se cubrió el cielo y comenzó a llover y, habiendo llovido, principiaron a brotar innumerables plantas de las filas de sacos de tierra alineados a lo largo de la amurada, no están allí porque se sospeche que no haya tierra bastante en la isla desconocida, sino porque así se ganará tiempo, el día que lleguemos sólo tendremos que trasplantar los árboles frutales, sembrar los granos de las pequeñas cosechas que van madurando aquí, adornar los jardines con las flores que abrirán de estos capullos. El hombre del timón pregunta a los marineros que descansan en cubierta si avistan alguna isla desconocida, y ellos responden que no ven ni de unas ni de otras, pero que están pensando desembarcar en la primera tierra habitada que aparezca, siempre que haya un puerto donde fondear, una taberna donde beber y una cama donde folgar, que aquí no se puede, con toda esta gente junta. Y la isla desconocida, preguntó el hombre del timón, La isla desconocida es cosa inexistente, no pasa de una idea de tu cabeza, los geógrafos del rey fueron a ver en los mapas y declararon que islas por conocer es cosa que se acabó hace mucho tiempo, Debieron haberse quedado en la ciudad, en lugar de venir a entorpecerme la navegación, Andábamos buscando un lugar mejor para vivir y decidimos aprovechar tu viaje, No son marineros, Nunca lo fuimos, Solo no seré capaz de gobernar el barco, Haber pensado en eso antes de pedírselo al rey, el mar no enseña a navegar. Entonces el hombre del timón vio tierra a lo lejos y quiso pasar adelante, hacer cuenta de que ella era el reflejo de otra tierra, una imagen que hubiese venido del otro lado del mundo por el espacio, pero los hombres que nunca habían sido marineros protestaron, dijeron que era allí mismo donde querían desembarcar, Esta es una isla del mapa, gritaron, te mataremos si no nos llevas. Entonces, por sí misma, la carabela viró la proa en dirección a tierra, entró en el puerto y se encostó a la muralla del embarcadero, Pueden irse, dijo el hombre del timón, acto seguido salieron en orden, primero las mujeres, después los hombres, pero no se fueron solos, se llevaron con ellos los patos, los conejos y las gallinas, se llevaron los bueyes, los asnos y los caballos, y hasta las gaviotas, una tras otra, levantaron el vuelo y se fueron del barco, transportando en el pico a sus gaviotillas, proeza que no habían acometido nunca, pero siempre hay una primera vez. El hombre del timón contempló la desbandada en silencio, no hizo nada para retener a quienes lo abandonaban, al menos le habían dejado los árboles, los trigos y las flores, con las trepadoras que se enrollaban a los mástiles y pendían de la amurada como festones. Debido al atropello de la salida se habían roto y derramado los sacos de tierra, de modo que la cubierta era como un campo labrado y sembrado, sólo falta que caiga un poco más de lluvia para que sea un buen año agrícola. Desde que el viaje a la isla desconocida comenzó, no se ha visto comer al hombre del timón, debe de ser porque está soñando, apenas soñando, y si en el sueño les apeteciese un trozo de pan o una manzana, sería un puro invento, nada más. Las raíces de los árboles están penetrando en el armazón del barco, no tardará mucho en que estas velas hinchadas dejen de ser necesarias, bastará que el viento sople en las copas y vaya encaminando la carabela a su destino. Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, estarían escondidos por ahí y pronto decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y es la hora de la siega. Entonces el hombre fijó la rueda del timón y bajó al campo con la hoz en la mano, y, cuando había segado las primeras espigas, vio una sombra al lado de su sombra. Se despertó abrazado a la mujer de la limpieza, y ella a él, confundidos los cuerpos, confundidas las literas, que no se sabe si ésta es la de babor o la de estribor. Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma